Los partidos han entrado en esa ebullición pertinaz que se produce a la hora de conformar las listas electorales y en ocasiones atiza las luchas intestinas impidiéndoles responder cabalmente a lo exigible: renovación y regeneración. En Marea se ha llevado a cabo la remoción de un equipo biodegradable que acusó al noviciado y ahora se refuerza con la anunciada incorporación 'podemita', sin concretar su dependencia del líder regional, el atribulado Luís Villares. Se advierte, en el movimiento de futuras concejalías, que la organización necesita de un catecismo propio, alejado de ideologías que le permita aligerar su renuencia los dictados de los gobiernos de la Xunta y del gobierno central. El exceso de celo evidenciado, tendría el asenso general si la gestión no se anticipase predeterminada, incluso cuando se malicia que incide en competencias que le son ajenas. No se puede actuar 'pro domo sua' cuando irrumpes en territorios que no son propios. Nada extraña que proyectos tan importantes como el TIC, el precio del billete-bus, la fachada marítima, la Intermodal, los terrenos liberados del litoral, al avenida de la Marina, la "humanización" de la avenida de Alfonso Molina, etc. sigan 'en veremos'. De los cambios en Marea, uno de los más notorios será en Cultura. A las Mareas no se les percibe especial interés por el teatro, la música o el ballet en nuestra ciudad, en manos de la Diputación, es decir, en las de la vicepresidenta con igual cargo en la Mesa de Normalización Lingüística. La Ciudad Vieja, su rehabilitación y movilidad, es uno de los asuntos emblemáticos con los del Centro de Salud y Mercado de Santa Lucía, que tantos trastornos causa a la populosa barriada de la Falperra y Los Mallos. La "basura a pé de rúa", que venimos padeciendo, es un simbolismo del precario mantenimiento del día a día de la ciudad, tarea fundamental para el confort del vecindario.

Otrosí digo

Las autoridades municipales deben reflexionar que no puede abrogarse, como voluntad propia, la voluntad pluscuamperfecta que corresponde al ciudadano como expresión democrática, circunstancia esta que no hace claudicar al Derecho. La patrimonialización, en términos individualizados o en pocas manos, suele fallar si no prima el sentido común y sobre todo el señorío.