Rule Britannia, Britannia rules the waves" ("Gobierna Britania, Britania gobierna las olas"), reza el patriótico himno que compusieron James Thomson y Thomas Arne en el período de plena expansión marítima del Reino Unido.

Es la canción que en medio de un ondear de banderitas de la Unión Jack uno escucha todos los años corear al público en la última noche de los conciertos Proms, que se celebran en el Royal Albert Hall londinense.

Ahora parece que el ministro de Defensa del Gobierno de Theresa May se ha tomado muy en serio la letra que Thomson escribió en 1740 y que afirma también enfáticamente que "los británicos nunca, nunca, nunca serán esclavos".

El ministro Gavin Williamson anunció esta semana que en su viaje inaugural, el nuevo portaaviones de la Armada, el HSM Queen Elisabeth surcará los mares que fueron un día británicos desde el Oriente Medio hasta las lejanas aguas del Pacífico.

"El Reino Unido es una potencia global y sus intereses son también globales", por lo que una vez consumado el Brexit, "habrá que estar preparados para el poder duro", es decir, el basado en la potencia militar y económica de un país.

El nuevo portaaviones llevará aviones de combate británicos y estadounidenses del tipo F-35, lo que, según Williamson, permitirá "aumentar el alcance y la fuerza de combate".

A uno le parecería estar escuchando de pronto no al político de una potencia mediana como es, pese a su armamento nuclear, el Reino Unido, sino al Presidente de Estados Unidos.

El exjefe de la Royal Navy (la Armada británica), el almirante West, comentó, al escuchar las palabras del ministro, que su país no quería el estallido de una "guerra" en el mar de Sur de China y aconsejó prudencia verbal.

El pasado verano, el Gobierno de Pekín calificó ya de provocación el envío de un buque de guerra británico a las islas Paracel, cuya soberanía se disputan Vietnam, China y Taiwán.

Con su determinación de abandonar la Unión Europea, los tories parecen vivir de pronto en un mundo de fantasía: el poder militar se les ha subido a la cabeza y creen que el Reino Unido es, como pretende también EEUU, la "nación indispensable".