De Oumuamua solo sabemos que no es ni cometa ni asteroide, sino un objeto extrasolar indefinido, aunque parece probado que acelera y desacelera de forma rara. El nombre suena amistoso, e incluso besucón, pero no hay que olvidar que se lo hemos puesto nosotros, por lo que nada nos dice de sus intenciones, caso de que las tenga. Las ganas que tenemos de que aparezca de una vez vida extraterrestre demuestra sobre todo nuestra poca fe en la condición humana, eufemismo éste que sus miembros nos aplicamos para embellecer a la especie depredadora, voraz y violenta por antonomasia. Oumuamua ha pasado bastante cerca de la Tierra y ya se aleja. Puesto que se le supone alguna capacidad para influir en su propia dirección y velocidad, cabe pensar que al acercarse haya podido obtener información más fiable sobre nosotros, y, tras procesarla e interpretarla, haya puesto pies en polvorosa.