Ya supondrán que, en estas páginas de LA OPINIÓN, sigo con interés al maestro Antón Luaces; nos tiene al tanto de las penurias que sufren pescadores, armadores, mariscadoras, todos los oficios que sobreviven de la mar. Entre los debates de las cuotas de pesca negociadas en la UE para nuestros barcos he comprobado que presta mucha atención a los descartes, es decir a los excesos en las cuotas de pesca y supongo que a las especies que suben en las redes sin permiso. No lo entiendo muy bien, pero espero que sobrevivan y sean alimento de sus depredadores naturales.

Me sirve la referencia para recordar a las personas pendientes de primarias y secundarias, de decisiones de las cúpulas de los partidos para saber si continúan votando en el Congreso o en el Senado lo que mandan los dedos del baranda de la primera fila y que no se despiste ningún botón. No todo depende de si les votamos o no, sino de si los suyos, previa su postulación al cargo, les colocan en el machito. Después ya veremos en las municipales de los pueblos, que ahí sí decidimos algunas cosas más. Pero vaya por delante mi respeto a los postulantes, estén dentro de las cuotas o de los descartes.

Es un doble juego, si estás en la pomada, tienes terreno ganado; si te has colocado mal, solo puedes acercarte a los triunfantes con cierta pleitesía o simplemente buscar cobijo en los cuarteles de invierno de los tuyos, de los rivales o en tu casa.

Todo es legítimo, que algunos poco abrazados por sus líderes se vayan a otros caladeros más liberales es comprensible. Quizá nunca hayan estado bien ubicados en su momento. Que hayan buscado algo de cariño en las precarias y necesitadas huestes ciudadanas de Albert Rivera poco puede llamar la atención. Los gurús económicos se tocan, se miman y comparten intereses, aunque ante el gran público teóricamente difieran y divulguen las imprescindibles normas de contenido social, imperiosamente necesarias.

En la otra orilla, observamos que hay asombrosos desembarcos enrolándose con Rivera o con la extrema derecha; tampoco son tan espectaculares, ya estaban allí, privatizando y recortando sin piedad, paseando en los autobuses episcopales con consignas para la entrepierna y poner candados a las ciudadanas. El señor del máster está colgado de la brocha por los dos lados de la escalera, ultraliberales por un lado y extremistas por el otro. Estos días parece que ha optado por ocupar el discurso más cerril. No sé si habrá algún banquero que le haga recapacitar, don Mariano mediante.

Una vez que sales en el BOE ya sabes que la calefacción está encendida, aunque tengas que prevenirte del calor que desprende el fuego amigo, tan malo como el frío que se pasa fuera del papel oficial del estado. Tienen defectos, pero todos son imprescindibles y mejorables. Eso ya es cosa nuestra.