Escribí el domingo que, dada la fragmentación en la derecha y la izquierda, interesa a ambos bloques que los votantes de partidos con pocas posibilidades de escaño en circunscripciones pequeñas y medianas voten al mejor colocado en su bloque para no beneficiar al contrario pero pedir, como Casado, a esos partidos que se retiren es ingenuo y justifica las respuestas irónicas o indignadas de sus dirigentes. Se entenderían ofertas de coalición como en Navarra, pero pedir a los partidos que se retiren es demasiado. Es a los antiguos votantes del PP a quienes Casado, además de explicar los efectos de la ley D´Hondt, debe pedir un voto útil con educación y buenas razones. La primera exige, con respeto y sin soberbias, reconocer con humildad que el partido les ha decepcionado y sabe por qué le abandonaron. No estaría de más volver a pedir perdón por los casos de corrupción, por recientes y graves no olvidados, y reconocer carencias políticas, pongo por caso, en relación al proceso independentista. En otras palabras y porque son antiguos votantes suyos, el PP debería invitarles a reflexionar sobre el voto útil con dolor de corazón y propósito de la enmienda si pretende su perdón, su voto, vamos. Y además están las buenas razones.

La primera idea fuerte de Vox, vean su programa político general, es un ¡Fuera las autonomías! que emociona al 25% de españoles que dice preferir un Estado centralizado sin autonomías pero que sorprende o indigna al 75% que está cómodo con lo que hay, que aún quiere más competencias para su comunidad o incluso mucho más si pudiera. En su programa electoral Vox propone transformar el Estado autonómico en un Estado unitario con un solo gobierno y un solo parlamento para toda España. Es decir, desmantelar la casa levantada a lo largo de 40 años en la que viven cómodos su vida millones de españoles nacidos ya en esta España autonómica, la suya. Y la de otros millones más, nacidos antes o no, que, aunque críticos con el modelo autonómico, somos muy conscientes de que su desmantelamiento costaría algo más que sudor y lágrimas sin garantizarnos, encima, el feliz Estado unitario, próspero, pacífico y honesto que promete Vox. Una propuesta inviable por completo, salvo hecatombe indeseable.

Hay propuestas electorales de Vox, pocas, que nadie rechaza, otras, que son atractivas para muchos españoles, coinciden con las del PP y C's, pero hay mucha brocha gorda donde se precisa de pincel fino. Supresiones y derogaciones urgentes y drásticas que deberían ser meras correcciones prudentes y calmas. Y muchas propuestas imposibles sin reforma de la Constitución y, por tanto, solo al alcance de inmensas mayorías. Hay 47 millones de españoles con ideas e intereses distintos y con un gran sentido de la igualdad, de la libertad y de la pluralidad que somos. Y la mayoría apreciamos en mucho la moderación, recelamos de los extremos, conocemos la realidad plural y compleja que pisamos y distinguimos lo viable de lo inviable. No cabe desmantelar el Estado de las autonomías pero sí corregirlo, como tantas otras cosas, sin tremendismos ni tenebrismos porque no somos un desastre. Pero sucede que para corregir y mejorar hay que gobernar y para eso hay que tener mayoría en el Congreso. Una mayoría que esta vez en buena medida dependerá de que en muchas provincias los antiguos votantes del PP opten, aún decepcionados, por el pragmatismo, por el voto útil.