Se les saluda, señoras y señores. 20 de marzo, hasta aquí hemos llegado, razonablemente bien. Y, ¿saben qué ocurre hoy? Seguro que sí. Pero para que conste en acta, y por si alguien no se ha dado cuenta todavía, se lo diré. Sí, hoy comienza la primavera. Será tarde, casi mañana, a las 22:58 de la noche en la Península, y una hora antes en Canarias. Desde ese momento hasta el 21 de junio, se verificará de nuevo el milagro de la explosión de la Naturaleza, algo que se ha ido anticipando en las últimas semanas porque este invierno, como los inmediatamente anteriores, no ha sido nada riguroso. Pero a partir de hoy será oficial. Un año más, nos sumergimos en tiempo de mariposas, fiesta del color y atardeceres especiales.

Son también días de celebración, con algunos de esos momentos dedicados en el año a recordar a algún colectivo, persona o cuestión en particular. Ayer mismo, „en el momento en que escribía estas líneas„ recordábamos a los padres. Y mañana, sin ir mucho más lejos, tendrá lugar una nueva jornada dedicada por Naciones Unidas, como todos los 21 de marzo, a las personas con Síndrome de Down. Un día en el que me quiero parar y de ello hablar con ustedes. ¿Se animan?

Y es que es importante poner los puntos sobre las íes, en relación con esta cuestión, en esta sociedad posmoderna. ¿Por qué lo digo? Pues miren, aun no hace mucho estallaba una polémica en relación con un programa de televisión en el que alguien denigraba a personas pertenecientes a dicho colectivo. ¿De verdad tenemos que seguir peleando esta y otras muchas batallas en pleno siglo XXI? ¿En serio que no ha quedado suficientemente demostrado que se puede nacer con trisomía del par 21 „Síndrome de Down„ y ser feliz y hacer feliz a los que te rodean? Pero iré mucho más lejos aun... ¿De verdad que no ha quedado suficientemente demostrado que algunas personas con Síndrome de Down pueden ser perfectamente autónomas, desarrollar una vida independiente y hasta terminar su carrera universitaria? Ciertamente, nacer con esta incidencia genética puede condicionar la vida, y en algunos casos esta puede ser mucho más complicada, pero, ¿y qué? Acaso, ¿qué significa la tan traída y llevada "normalidad" que propugnan algunos? La misma está llena de tantas excepciones, que tal estándar queda un poco invalidado si lo abordamos sin prejuicios. ¿O no?

Precisamente la instauración de esta jornada en 2012 por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas quiso responder al objetivo de aumentar la conciencia pública sobre esta realidad, recordando la dignidad inherente, la valía y las valiosas contribuciones de las personas con diversidad funcional intelectual como promotores del bienestar y de la diversidad en sus comunidades. Además, siguiendo a dicha institución, con la misma se quiere resaltar la importancia de su autonomía e independencia individual y, en particular, la libertad de tomar sus propias decisiones.

Mi experiencia, conociendo a varias familias donde el Síndrome de Down está presente, es que estas han ido evolucionando desde quizá un shock inicial, hasta la más absoluta normalidad y felicidad. Tanta como en cualquier otro grupo humano. Porque el Síndrome de Down, como cualquier otra característica de la persona, no es incompatible con una vida plena, según las circunstancias de cada uno. Al fin y al cabo todos somos diferentes, diversos y especiales. Ellos y ellas también, y tienen un rol distintivo y especial „como cualquiera„ en su hogar. Ellos dan y ofrecen alegría, recorren un camino no exento de dificultad „como cualquiera„ y viven una vida un poquito más apoyados en sus seres queridos, seguramente, que les quieren y les acogen, proyectan su futuro y les ayudan a crecer. Como ocurre con cualquiera.

Termino este artículo felicitando a mis amigos de Down Coruña, con los que pudimos poner en marcha algún proyecto retador, así como a Down Galicia. Y, por extensión, a todas esas familias que luchan, crecen y llenan de iniciativa e innovación el día a día, y son los artífices mismos de que sus hijos, pero también terceros a los que no conocen, puedan acariciar cada día un trocito mayor de sus sueños individuales y colectivos.

Y es que ese amigo 47 que se cuela en el cariotipo de quien nace con Síndrome de Down es solamente eso y no más. Lo otro, lo que algunos dicen desde el desconocimiento apelando a la eugenesia, está en la cabeza del que eso afirma. Nada más.