Armas, la que se podría armar en esta España nuestra. Solo con pensarlo te entra un escalofrío. Mortíferas y tóxicas, creadas para matar. Las que defienden, exclusivamente en manos de las personas indicadas para tal función.

Somos el quinto país más seguro del mundo, ¿dónde está la necesidad? Esto no es el lejano Oeste. Quizás en Texas o Arizona, donde la policía tarda una hora en llegar a tu rancho después de la llamada de socorro, puedan tener razón de ser. Y, aun así, cuesta creerlo. Véase cómo les va a los yanquis con el asunto de los revólveres y los fusiles de asalto en los institutos.

¿Alguien puede imaginarse las comunidades de vecinos con armas en los pisos? Bájeme usted la música, si no, ya sabe, plomo en el rellano. ¿Las discusiones de tráfico a pie de glorieta con pistolas en la guantera? Iríamos andando a todos lados, bien por el medioambiente, dirían los de la asociación del rifle patrio.

No ha lugar, no es lógico un armamento civil. En imposible defensa.