Para las autoridades coruñesas la cultura carece de un diseño sobre bases sólidas (se utiliza casi siempre en la misma dirección) y se prescinde de lo esencial: facilitar caminos a la libertad de creación y divulgar su universalidad. Lo ha hecho Zara, con motivo del Bicentenario del Museo del Prado, a través de su colección Becoming a Work of Art; convertir prendas en obras de arte, con reproducciones de cuadros de Sorolla, Tiziano, Velázquez y Rubens. Si Sorolla llevó el Mediterráneo a la universal pinacoteca española, ¿por qué no recordar el Atlántico y a nuestros grandes pintores?, como Granell, Díaz Pardo, Lago, Labra, Seoane, Lugrís, Maside, Elena Olmos, Lloréns, María Cagiao y Sotomayor, quien con otros paisanos, Sánchez Cantón y Pita, forman el trío de directores gallegos del Prado. Sotomayor, con una de sus exposiciones inauguró la Sala del Palacio Municipal, a partir de entonces reservada a Primeras Medallas y artistas de nombradía internacional, carácter que perdió por falta de visión de las sucesivas Corporaciones Municipales que la abrieron, sin ningún filtro de prestigio. La dejadez de nuestros gobernantes se puso de nuevo de manifiesto a raíz de la desaparición de las Cajas de Ahorro gallegas al no interesarse por el destino de los valiosos fondos de la Caja de Ahorros Monte de Piedad de La Coruña, propiedad inicial de ahorradores locales. Hace pocos años Caixanova tuvo la feliz idea de dar a conocer obras muy estimadas de su propiedad, que adornaron fachadas y andamiajes gigantescos de las principales urbes gallegas. Estas manifestaciones coloridas, de los cuadros de grandes artistas, alteraron el paisaje convencional de La Coruña en un diálogo vivo, entre el medio y el ciudadano, subrayando a la vez la sensibilidad de nuestra ciudad por el arte, la mejor promoción de la libertad humana. Fue uno de los más populares homenajes a tantos artistas que aquí supieron vivir creando y creer viviendo.

En tiempos de Paco Vázquez, como alcalde, la concejal de Cultura, doctora Carmen Fernández-Gago, fue la factótum que llevó a cabo el traslado a La Coruña de las obras de arte y utensilios del pintor Luis Seoane, a poco de fallecer en Buenos Aires. Tuve ocasión de comprobarlo porque apenas incorporado a una Consejería en aquella Embajada, y mi condición de gallego, me permitió intervenir por antelación en las gestiones. Apunto el dato, porque hasta la fecha, no he visto en ningún medio o acto, un recuerdo a la doctora Fernández-Gago que tuvo parte principal en la que iba a ser la Fundación Luis Seoane.