En este misterioso planeta Tierra la vida resulta bastante complicada. Cuando no es una cosa, es otra la que nos sobresalta. Sobre todo, en los últimos tiempos. La situación económica actual, los desafortunados gobiernos, los casos de corrupción. Pero, también, los propios malos hábitos. Y eso solo depende de nosotros. La alimentación desequilibrada, el sedentarismo, el tabaco, alcohol, van a ser muy negativos para nuestra salud. Por una parte, empeoran determinadas patologías y, por la otra, van a constituir uno de los principales motivos que las producen.

Mejorar lo que comemos es una manera de cuidarnos. Los excesos y la falta de atención con los alimentos, salen caros. Alimentarse de productos frescos, priorizar los de origen vegetal, tomar conciencia y disfrutar del momento de comer, aportan salud.

Pero no solo es importante la alimentación. El sedentarismo tampoco nos beneficia. Hay que levantarse más de la silla. Nuestro cuerpo está hecho para moverse. Somos delicados mecanismos calibrados para correr y caminar, jugar y hacer deporte. Sin movimiento, nos deterioramos. Desde la revolución industrial, el sedentarismo ha ocupado un lugar predominante. La sociedad de consumo en que nos desenvolvemos, ha introducido unos hábitos que no tienen nada de saludables, ya que prácticamente nos privan del ejercicio físico que produce un mayor control de la presión arterial y del peso, y una proteína HDL, que transporta el colesterol bueno.

Cuidar la alimentación, evitar sedentarismo, cuidado con el tabaco, alcohol y drogas, son importantes medidas. Pero no suficientes. Necesitamos que la alegría impregne nuestras vidas, con ella las penas son más livianas. Hacer las cosas con ingenio y realizar nuevas combinaciones, para no repetir patrones conocidos. Prestar atención al momento presente, para no quedarnos pegados al pasado y ser absorbido por la incertidumbre del futuro. Además, nos ayuda a sentir con más intensidad lo que la vida nos presenta, y a caminar con más serenidad cuando nos aprieta la tormenta.

Y es que, señoras y señores, la salud no es un estado. Es un proceso.

Y muy dinámico.