Rivera le ha ofrecido a Casado un gobierno de coalición presidido por el más votado y éste le ha respondido con que está dispuesto a nombrarlo su ministro de Exteriores. Si hubieran querido plantear una estrategia común eficaz contra el PSOE de Pedro Sánchez tendrían que haberlo hecho antes de publicarse las listas en el Boletín Oficial de Estado. En estos momentos la oferta no es más que un brindis al sol: concurrir separados supondrá perder incluso el Senado y la posibilidad de aplicar el artículo 155 en el caso de que vuelvan a reproducirse los intentos de secesión en Cataluña. Se vislumbra un panorama sombrío.

La disyuntiva o Sánchez, Podemos y los separatistas o Ciudadanos y el PP que plantea Rivera es una de las que se han manejado, aunque últimamente se halla algo desinflada por los sondeos. Tanto Casado como el líder centrista deberían haberla tenido en cuenta antes y actuado en consecuencia. El ofrecimiento, en la actualidad, nos recuerda que la estrategia del centroderecha para hacer frente a la amenaza del gobierno Frankenstein, que decía Rubalcaba, ha sido insuficiente por no decir equivocada.

La fragmentación de la derecha con Vox encendiendo las alarmas desde aquella foto en Colón parece que ha obrado el efecto contrario y movilizado el voto de la izquierda, muy focalizado en el PSOE tras el más que presumible derrumbe podemita. C's y PP han decidido librar la batalla por su cuenta y cuando decidan ponerse de acuerdo, si es lo que hacen, los votos de las urnas se habrán pronunciado y probablemente no habrá ni gobierno ni ministerios que pactar. Será una oposición impotente y un país perplejo ante lo que se puede avecinar.