Es fácil entender cuáles son los motivos que llevan al presidente de México, el señor López Obrador(AMLO), a exigirle a los españoles que pidan perdón por los sucesos que tuvieron lugar hace 500 años. Fue entonces cuando Hernán Cortés, con sus tropas, terció en las guerras internas que tenían lugar allí apoyando a los rebeldes mexicas que se habían alzado contra el imperio azteca y derrocando al cabo a Moctezuma. Siempre es bueno tener un enemigo exterior al que culpar de los males propios. Pero lo que se me escapa es la cadena de argumentos que lleva a AMLO a concluir que son los españoles de ahora los culpables de los sucesos de hace cinco siglos. Eso equivale a seguir los preceptos morales „y hasta penales„ del Antiguo Testamento cuando establece que la iniquidad de los padres se traslada a los hijos, y a los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación ( Éxodo, 34:7). Los estudiosos de la Torá discrepan sobre la solidez de tales afirmaciones pero no sé dónde he leído que dos telepredicadores de un programa llamado algo así como DiosTV afirman que la culpa que acompaña a los actos punibles queda registrada en el esperma y el óvulo, con lo que aparecen las maldiciones generacionales. AMLO estará contento: la ciencia, por fortuna, está de su parte.

Otra cosa es que la genética de poblaciones y, dentro de ella, las leyes de Mendel sean capaces de rastrear muy bien la cadena genética que va enlazando la sucesión de padres, hijos, nietos y bisnietos. Como tantas veces se les ha dicho a los demandantes de perdones retroactivos, si éstos se apellidan López, Obrador e incluso Cortés serán sus tatarabuelos quienes cometieron las tropelías de las que se quejan ahora y no los descendientes de quienes jamás salieron de España. Pero puestos a dar la razón a quienes mandan creo que las exigencias de López Obrador y de los que se le unen en la causa del Éxodo deberían llegar hasta las últimas consecuencias. Hay quienes sostienen que los miembros de nuestra especie que entraron en Europa por primera vez llevaron, de manera directa o indirecta, a que los neandertales se extinguiesen. En tales interpretaciones, la humanidad entera es culpable, pues, de la extinción no ya de una etnia sino de toda una especie. Hay que pedir perdón pero ¿a quién? Neandertales, ya no quedan. Sin embargo las poblaciones actuales conservan una pequeña parte de aquel genoma debido a los cruces entre las dos especies. No todas las poblaciones de hoy; solo las que no son africanas. Así que está clarísimo: los habitantes de África deben pedirnos perdón a los europeos, asiáticos y americanos. ¿Uno por uno o solo los jefes de Estado en nombre de sus ciudadanos? Buena pregunta. Como la Biblia no dice nada de parlamentos y gobiernos, que se disculpen los africanos mismos, sobre todo los de la etnia KhoiSan, que lleva en su genoma la huella más directa de los humanos ancestrales. A ver si así AMLO nos deja tranquilos a todos los demás.