Me preguntan si el Juan José Millás que sale en mi último libro soy yo. Les pregunto si el Velázquez que aparece en Las Meninas es Velázquez. Me responden que sí y yo les digo que no, que se trata de una representación de Velázquez. Todavía no nos hemos puesto de acuerdo acerca de las diferencias existentes entre el territorio y el mapa. El mapa no es el territorio, sino su representación del mismo modo que el menú del restaurante no es la comida. De ser así, nos comeríamos el menú y nos quedaríamos saciados. La geometría de las diferentes líneas del plano del metro de Madrid no tiene nada que ver con la disposición real de estas. Sin embargo, se trata de uno de los mejores mapas de subterráneo alguno. Con él en la mano resulta imposible perderse en los innumerables túneles.

Recordemos una vez más el cuadro de Magritte en el que aparece una pipa de fumar debajo de la cual escribió: Esto no es una pipa. A primera vista desconcierta porque el texto niega la experiencia del espectador. Pero Magritte llevaba razón: no es una pipa, sino su representación. Resultaría imposible llenarla de tabaco y echar unas caladas. Recordemos una vez más esos grandes planos situados en las zonas céntricas de algunas ciudades, en los que aparece señalado un punto donde dice: "Usted está aquí". Evidentemente usted no está ahí, porque usted se encuentra fuera del mapa. Quien está "ahí" es una representación de usted. Y no es lo mismo, no es lo mismo ser que estar, no es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va! (cortesía de Alejandro Sanz).

Ahí vamos, pues, intentando establecer la distancia entre la persona y el personaje. El personaje de mi libro se llama Juan José Millás, pero no soy yo, sino mi representación. Mi mapa, podríamos decir, mi mapa físico y mental y conceptual y psíquico y patológico. Me preguntan si tomo tantas medicinas como digo y respondo que el ibuprofeno de mi novela no es un ibuprofeno real del mismo modo que la pipa de Magritte no era una pipa de verdad. Tampoco el gin tonic del libro es un gin tonic. Todo esto confunde un poco al personal porque previamente me ha confundido a mí. Solo se puede escribir desde la confusión. Escribimos porque estamos confusos. Y leemos también por eso mismo.