La regulación de la eutanasia es una necesidad vital para quienes creemos que entre las libertades del ser humano se halla el derecho a poder elegir una muerte digna evitando el sufrimiento innecesario. O lo que es lo mismo disponer de una ayuda para morir cuando el paciente lo estime conveniente. ¿Dónde está el problema?

No me gustaría que esto se considerarse una frivolidad. La muerte es un asunto lo suficientemente serio para, en determinadas circunstancias, no tomársela a broma. Pero el único problema que le veo a la regulación de la eutanasia es que para contar con ella, como derecho esencial de los ciudadanos, tenga que producirse antes una mayoría de PSOE y Podemos en el Congreso. Estos dos partidos, junto con Ciudadanos, se han comprometido a rebrir el debate con medidas concretas en el caso de ganar las elecciones. Socialistas y populistas de izquierda parecen los más decididos, Ciudadanos, por lo que recuerdo, ha defendido hasta ahora una ley de cuidados paliativos. No sé en qué escala fluctúa en estos momentos el partido de Rivera.

Los populares no quieren oír hablar del asunto, mecidos en esa idea sobre la vida y la muerte que solo reconforta a los creyentes, pero deja la legislación sobre ciertos asuntos muy al pairo. Y el resto desconozco qué piensan: Vox me imagino por dónde circula y los bilduetarras manejaron hasta no hace todavía demasiado una visión demasiado particular sobre la permanencia de los seres humanos en la tierra.

La eutanasia a una enferma irrumpió en la campaña electoral y la idea ha vuelto a torturarme. He alcanzado la edad en que estos asuntos inquietan de verdad.