Si la lectura de la noticia fue capaz de elevar mi temperatura emocional hasta el punto de desprender humo interior irritante, mejor no ver la grabación con las imágenes y el sonido del deleznable comportamiento, para qué calentarse aún más observando el presunto maltrato físico y psicológico recibido por dos ancianas indefensas a manos de tres empleados (un hombre y dos mujeres) en una residencia de la capital de España.

Si un día llegan a verse en una situación de dependencia similar a la de estas personas mayores, ojalá tengan la suerte de coincidir con cuidadores que empleen métodos más humanos y profesionales que los suyos. La responsabilidad y el deber de hacer un mundo mejor es cosa de todos, no solo de los políticos.