El aforismo griego "conócete a ti mismo", siempre tan retador y enigmático, lo tuve por desvelado cuando mi amigo Diego, cruzando las solapas del grueso jersey para abrigarse lo más posible, dijo: "El calor lo aguanto bien, pero el frío, fatal, porque solo tengo huesos y pellejo, sin nada de carne ni tocino". Me eché a reír por la ocurrencia, pensando estar oyendo una sentencia que bien podría haber salido de cualquier personaje del Quijote, admirando no solo la expresión dicha en perfecto castellano, sino porque el conocerse y describirse uno mismo con rigor, nunca fácil, también es muy cervantino. He de reconocer que tengo cerca de mí, y lo uso en algún rato de insomnio, El Quijote en la versión del castellano actual de Andrés Trapiello. Quizás por eso la frase de mi acompañante esa noche, cuando salimos al Cantón Grande del salón de actos de la ONCE de la presentación de un libro sobre Guadalupe Ortiz de Landázuri „que será tema de otro minuto con anuncio de su próxima beatificación en Madrid„, y en cuanto el helador chorro del nordeste nos despejó el rostro, me sonó la frase tan cervantina que me la guardé mentalmente para comentar y gozarnos con la grandeza y precisión de nuestra lengua.