Los enterramientos se consideran una de las conductas más avanzadas en el camino evolutivo que conduce hacia la humanidad actual. Aunque hay autores que consideran que los restos humanos de la Sima de los Huesos (Atapuerca, Burgos) son el producto de un enterramiento intencionado „cosa que llevaría hasta 400.000 años la aparición de una mente capaz de llevar a cabo rituales de ese tipo„, se trata de una hipótesis un tanto arriesgada que se basa en indicios poco concluyentes. Lo común es aceptar que solo los neandertales y los humanos modernos „es decir, Homo sapiens„ cuentan con tumbas deliberadas.

Las de nuestros primos hermanos, los neandertales, son indudables y han llevado a que se conserven los restos de los seres enterrados hasta el punto de poder detectar en ellos las patologías que les llevaron a la muerte. Desde Francia al Oriente Medio, no son raras esas tumbas neandertales, situadas siempre en el suelo de las cavernas. Sin embargo, existe una diferencia importante cuando se comparan dichos enterramientos con los propios de los humanos modernos: el uso de símbolos acompañando al muerto, bajo duda en el caso de los neandertales y fuera de toda sospecha cuando se trata de los cromañones, los miembros de nuestra especie que entraron por vez primera en Europa.

Un artículo publicado en el International Journal of Osteoarchaeology por Claudia Minitti, arqueóloga de la Universidad de Salento (Lecce, Italia), y Seyed Mansour Seyed Sajjadi, colega de Minniti en el Iranian Center for Archaeological Research de Teherán (Irán), ha desvelado otro tipo muy distinto de enterramiento. No se trata en este caso ni de un neandertal ni de un humano moderno; el ocupante de la tumba es un mono, un macaco rhesus (Macaca mulatta) que murió siendo joven hace alrededor de 4.000 años en el asentamiento urbano de Sharh-i Sokhta de Irán y fue enterrado en la necrópolis urbana siguiendo, según explican Minniti y Saijadi, los mismos rituales propios de una tumba infantil de esa época. El pobre animal murió con distrofias en ambos fémures que los autores atribuyen a haber permanecido en cautiverio.

Ni entonces ni ahora viven macacos rhesus en libertad en Irán „tampoco ningún otro mono o simio, ya que estamos, aparte de los humanos. Minniti y Saijadi indican que el animal pudo proceder del valle del Indo y, con toda probabilidad, fue capturado y ofrecido luego como regalo a alguna familia con prestigio social notable. De hecho, los autores mencionan que existen fuentes escritas que documentan tales prácticas pero son raros los hallazgos de restos de monos y completamente excepcional el que hayan sido objeto de enterramiento. Que el rhesus de Sharh-i Sokhta mereciese ese trato indica que debió tratarse de una mascota muy apreciada. Y lleva hasta 4.000 años al menos el origen de esa relación tan estrecha con unos animales que son incorporados a la familia hasta el punto de reservarles una tumba.