Las elecciones generales que se celebran hoy son de las más disputadas y de resultado más incierto desde hace años. Los sondeos auguran por primera vez un complejo mapa político en el que hasta cinco partidos tendrán representación parlamentaria en buena parte del territorio nacional. Si bien, este fragmentado escenario se ha polarizado entre dos grandes bloques a izquierda y derecha del ideario político.

En cualquier caso, más allá del color político que ondeará en la Moncloa, el Ejecutivo que salga hoy de las urnas tendrá que afrontar una serie de deberes pendientes que se reclaman desde hace tiempo en Galicia y A Coruña.

En el apartado de las infraestructuras de la comunidad, prima la llegada de la alta velocidad a la comunidad, además de las inversiones para conectar al noroeste con el Corredor Atlántico de Mercancías o resolver la transferencia de la AP-9 a Galicia.

La agenda de Galicia en los planes del Gobierno se ha visto condicionada por la prolongada situación de incertidumbre que se ha asentado en la política nacional que comenzó la repetición de elecciones en 2017, la caída de Rajoy y el ascenso en minoría de Sánchez a la presidencia, además del avispero catalán. Como consecuencia, las demandas gallegas se han ido deslizando por las hojas del calendario desde entonces hasta hoy.

La obra pública absorbe la mayoría de asignaturas pendientes que Galicia ha dejado para el nuevo inquilino de La Moncloa. En cabeza, figura la ansiada llegada del AVE. Las obras de la conexión con la Meseta se prevé que finalicen en el último trimestre de 2019, tras una década de atrasos y complicaciones. Los usuarios, sin embargo, tendrán que esperar unos meses más para subirse a la alta velocidad como consecuencia del periodo de pruebas, 27 años después de que se estrenara la primera línea AVE en España (Madrid-Sevilla).

En cuanto a las carreteras, la transferencia de la AP-9 sigue siendo un ariete en las reivindicaciones de Galicia. Aprobada por unanimidad hasta en tres ocasiones en el Parlamento gallego, las dudas envuelven esta iniciativa. No solo por la ambigua acogida del Gobierno a la medida, sino también porque la firme reclamación por Feijóo desde la llegada de Sánchez a la Moncloa, con la demanda de que el Ejecutivo central asuma 1.400 millones en peajes, se ha enfriado en los días de campaña por la recuperación del discurso centralizador en el PP por Casado.

El área de A Coruña tiene también un nutrido paquete de deberes pendientes que espera que empiecen a despejarse tras el 28A. También aquí, las infraestructuras copan la lista de espera. Los últimos años han ido acumulando demoras en los proyectos comprometidos, hasta el punto de que Fomento no firma grandes inversiones en la zona desde 2015. Las partidas presupuestarias del Estado destinadas en ese año para concluir la tercera ronda, la ampliación de la pista de Alvedro y el acceso por carretera al puerto exterior sumaron 334 millones.

Los principales desafíos que los coruñeses demandan ahora al Gobierno que surja hoy de las elecciones se centran en la reforma de la fachada marítima interior de la ciudad, que no quiere ver sus intereses relegados en la operación de venta de los muelles portuarios; en la asunción por AENA de una inversión para adecuar la terminal de Alvedro adecuada a sus estadísticas de viajeros, que ha batido récords en los dos últimos años y es la que más ha crecido en el conjunto de los aeropuertos gallegos; así como la construcción del enlace ferroviario a Langosteira, una cuestión del máximo interés estratégico para la futura viabilidad del puerto exterior coruñés, el único en España al que Fomento no ha dotado de tren.

No menos importancia son los deberes que han venido dilatándose en el área coruñesa con los tres últimos ministros de Fomento: ampliación del puente de A Pasaxe y la avenida de Alfonso Molina, construcción del vial 18 entre la tercera ronda y la autopista AP-9, las rotondas en Guísamo y el enlace de Meicende.

En la comarca, el Gobierno comenzó a finales del año pasado la ejecución de las pasarelas peatonales elevadas sobre la carretera, que deberían estar pronto listas, y concluyó recientemente los trabajos para evitar las eternas inundaciones en Betanzos. También sacó a contratación a finales de 2018 la remodelación de A Rocha, demandada desde hace quince años. La mayoría de las actuaciones en la comarca se han ceñido en estos últimos años a obras de mantenimiento y reparación, con contratos menores.

Lo que está juego en las elecciones de hoy no es solo quién será el próximo ocupante de la Moncloa, sino el compromiso de hacer frente a esta lista de deberes, muchos de ellos, postergados desde hace años, que resultan fundamentales para el progreso de los coruñeses.