Motivos más que sobrados hay para preocuparse de la atención y supervivencia de nuestros mayores. Porque son frecuentes las noticias de ancianos, faltos de familiares, que mueren solitarios en sus casas y cuyos restos se descubren al cabo del tiempo. Por todo ello me parece razonable la sugerencia que leo de que sean las farmacias, entidades que suelen dispensar periódicamente fármacos a estas personas de edad, los puntos de alarma cuando adviertan que tal o cual cliente lleva tiempo sin aparecer por la botica. Eso por un lado. Y también que las farmacias faciliten, a cuenta de la Seguridad Social pues eso llevará su trabajo y tiempo al farmacéutico, unos blisters o estuches con la medicación recomendada para ese paciente en los siete días de la semana, a modo de pastillero semanal. Y hablando de los pastilleros, no hay que pensar únicamente en personas de edad porque quien más o menos ya tiene que tomar su ración diaria de pastillas, y me permito recomendar el uso del pastillero preparado la noche anterior „hace poco a un colega le regalé uno„ para evitarnos el trajín diario de ir caja por caja sacando la pastilla, que unas veces se nos cae o en otras ocasiones dudamos si ya la habíamos tomado.