La llamada transición energética amenaza ser traumática en las zonas de España en que se asienta la industria tradicional, por naturaleza más contaminante. Es evidente que muerto el perro se acabó la rabia, pero si alguien cree que esa es la solución debería decirlo claramente, pues la restricción mental es también una modalidad de fake news. En bien de todos, es decir, del mantenimiento de la industria existente, del cumplimiento de la hoja de ruta en la lucha contra el cambio climático, y de la evitación de graves males sociales, debería armarse cuanto antes un gran pacto nacional, y a continuación europeo (por ese orden, para hacer un planteamiento conjunto ante la UE) que afronte de cara el problema y le dé solución. Y, atención, el momento de empezar a armarlo sería ahora, en vísperas de trabar otro pacto, el de los electores con los candidatos, para saber a tiempo a qué atenerse.