Antes de las 21.00 manda el servicio meteorológico, y sus pronósticos. A partir de esa hora comienza a caer algo de agua. Primero chispea, luego llueve, después arrecia, y así hasta que cansa de caer y, cuando ya es posible cubicar algo, empieza a perder fuerza, pues la suerte está echada. Bien, esto en cuanto al escrutinio, pero este no da el poder porque sí, y una vez que se sabe quién va para río y quién para afluente falta saber cómo se mezclan las aguas para ganar fuerza, aunque esta vez se hayan formado antes de las urnas unas cuencas hidrográficas tan cerradas por altas montañas que no será fácil que haya trasvase. Yo lo dejo, con un ojo puesto en mi ciudad y mi autonomía y otro en Barcelona (donde se juega otro partido de una Liga que amenaza ser interminable), cuando el agua empieza a caer con cierta fuerza, hacia las 22.30. No veo sorpresas cerca, pero en Barna llueve raro.