Como la secuela inevitable de las elecciones en estos tiempos de política convulsa que vivimos es la de los pactos, las dos ciudades más grandes de España, Madrid y Barcelona andan echando cuentas. Quienes las echan son todos los partidos pero son, como es obvio, los candidatos a sentarse en la alcaldía los más dados a los números. Y a los ensueños. Así, dicen los diarios madrileños, algunos de ellos, que Manuela Carmena le da vueltas al artículo 196 de la ley de régimen electoral general, el que establece la forma de nombrar alcalde. Establece dicha norma que si ningún candidato logra la mayoría absoluta de concejales en su favor, queda proclamado aquél que ha obtenido más votos: la propia Carmena en el caso de Madrid. Verdad es que a ese resquicio le falta el detalle de que el conjunto de Partido Popular, Ciudadanos y Vox no llegue a ningún acuerdo, cosa posible pero poco probable.

En Barcelona sucede algo parecido pero, a la vez, del todo diferente. Allí Ernest Maragall, que se ve alcalde, ha declarado que sus prioridades para la Ciudad Condal son la independencia de Cataluña, la celebración de otro referéndum para lograrla y la liberación de los prisioneros soberanistas. La novedad consiste en el término "prisioneros" utilizado por el candidato al alcalde. No son ya presos políticos, como antes, sino prisioneros de lo que imagino que el alcaldable sueña como guerra feroz. Por desgracia para Maragall, ninguna de esas tres prioridades forma parte de las competencias municipales, un detalle menor cuando hay guerras y prisioneros por medio. Pero salvo que recurra a la técnica de las guerrillas Maragall necesitará hacerse antes con el mando del ejército de los guardias municipales, de la porra, se les llamaba antes, y eso anda en el aire todavía porque a la suma de los concejales de Esquerra Republicana de Catalunya y los de Barcelona En Comú de Ada Colau le falta uno. Los pactos necesarios para obtenerlo entran en el juego de las exclusiones mutuas: el PSC se niega a ser compañero de mesa de Esquerra, Colau rechaza a JxC y también descarta la inclusión de Ciudadanos.

Maragall confía en que el recuento electoral fino le dé un concejal más, con lo que obtendría, con la ayuda de Colau, la mayoría. Y, si no, de nuevo el artículo 196 le permitiría ejercer como alcalde en solitario, aunque en este segundo caso el sueño podría convertirse en pesadilla para echar a andar no ya sus ansias soberanistas sino cualquier ordenanza municipal. Pero las realidades no asustan a los soñadores. La portavoz de Torra, Meritxell Budó, sostiene que el independentismo ha ganado en Barcelona. El conjunto de los partidos soberanistas ha perdido tres concejales respecto de los resultados de 2015: tiene ahora 15, 10 Esquerra y 5 Junts per Catalunya ( Puigdemont, vamos), frente a los 18 que sumaban la CUP, Esquerra y CiU hace cuatro años. Pero no dejes nunca que un hecho te estropee el titular que deseas.