El Camino de los Faros y la Ruta de los Faros son las trochas turísticas más valoradas de Galicia por los senderistas internacionales. Doscientos kilómetros por el litoral gallego, desde Malpica hasta Finisterre, aspira a ser reconocido como "camino de gran recorrido" GR. Su trazado, por A Costa da Morte, ofrece un mundo de sensaciones incomparables (castros, dólmenes, villas marineras, puestas de sol, etc.) con el mar como telón de fondo; sobre un paisaje quebrado y recortado por al atlántico, es como una constante invitación a la lucha. En ese escenario, cuando el océano grita, pareciera que las fuerzas de las entrañas afloran a la superficie por exigencias estéticas. Los pueblos marineros de nuestro litoral son la muestra de que el paisaje no es independiente del hombre. Los gruñidos del "pantoque", cuando el temporal arrecia o los saludos de los marineros asomados al "tambucho" dan vida y amalgaman una solidez racial. En A Costa da Morte es donde mejor se valoran las zozobras diarias del percebeiro y la profundidad de las cuevas, donde se apalanca el pulpo. La Ruta de los Faros, por el norte, recorre el litoral en un viaje turístico-ferroviario, desde Ferrol hasta Ribadeo, visitando emplazamientos tan espectaculares como San Andrés de Teixido, el cabo Ortegal, el mirador del Vixia Herbeira, uno de los acantilados más elevados de Europa, el cabo Estaca de Bares, la incomparable playa de las Catedrales, hasta alcanzar el faro de Isla Pancha en Ribadeo. Galicia ofrece en sus costas la dimensión épica de la historia que escriben a diario gentes, que tienen en la mar el símbolo de la libertad. Galicia sus pueblos marineros, albergan más que ningún otro los naufragios y las muertes frías. Tal vez por eso nuestra literatura, vernácula y marinera, se basa en el predominio de los sentimientos. Álvaro Cunqueiro, que se sentía la sombra del interior, preguntaba "¿No conoces el mar? Non/ Nin o vento do mar / Non? Quen eres pois? / unha sombra noviña/nascida en unha terra adentro".

Otrosí digo

Turismo de Galicia y la Diputación promueven el turismo de nuestra terriña con tanto entusiasmo que la memoria les juega alguna travesura. Se han olvidado de la Torre de Hércules, tótem de nuestra ciudad y el faro legendario de mayor relevancia internacional, declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad. Algo parecido ha sucedido con las islas Sisargas, que no han tenido cabida en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas.