Generales, europeas, locales, e incluso en algunos lares, elecciones autonómicas. Saturación manifiesta. Al menos, por cuatro años, hemos quedado saciados de papeletas y urnas. El pueblo ha hablado en democracia, tanto escépticos como convencidos del fin último de semejante empresa. Ya pueden comenzar los políticos a gestionar nuestras voces.

Se perciben óptimos propósitos por parte de las distintas corrientes políticas. Reuniones y ofrecimientos para alcanzar diversos pactos que beneficien al colectivo, más allá del lugar natural y correspondiente de cada formación. Intentan derribar los muros de sus ideales para aunar esfuerzos, pero ¿respetan realmente las directrices primarias de su procedencia?

Los dos bloques, derecha e izquierda, acusan al tercero en discordia, el independentista, de fomentar la discrepancia sobre un utópico estado totalitario y opresor, a todas luces inexistente. ¿Concuerdan entonces fielmente los valores actuales de dichos bloques con su matriz original?

El humanismo desarrolló la idea del conocimiento adquirido a través de las experiencias, y a su vez, de la sensibilidad que aquellas producen en el ser humano. Sus tres escisiones más relevantes, el liberalismo, el socialismo y el humanismo evolutivo, recorrieron caminos diferentes pese a su útero común. Así como el liberalismo defiende la libertad individual amparada en los propios sentimientos en lugar de los que otros experimentan, destacando el carácter único tanto de la persona como de la nación, el socialismo reclama la atención hacia lo que los otros sienten y como los propios actos influyen en las demás experiencias, logrando la unificación y la armonía social si cada persona antepone a sus anhelos, las necesidades implícitas del resto de la sociedad. El humanismo evolutivo aplaude de igual manera a estas dos vertientes confrontadas, pues el conflicto es la materia prima de la selección natural, impulsando la imparable evolución que demuestra, siempre según sus parámetros, que unos humanos son superiores a otros dependiendo del origen e historia de cada nación.

¿Cómo se reparte pues el espacio político actual? ¿Es coherente reclamar según los distintos programas, la definición de centro moderado, neoliberal, socialdemócrata o extrema derecha? Probablemente, cada individuo, se halle en perfecta sintonía con la noble intención de su voto.