El Rey emérito ha decidido retirarse de la vida pública lo que ha provocado numerosos juicios de valor sobre su prolongada etapa de reinado. Un anticipo, a buen seguro, de lo que andando el tiempo ocupará a los historiadores profesionales. Porque la restauración de la monarquía borbónica, una vez derrotada militarmente la República por el general Franco, tiene tres fases perfectamente diferenciadas. La primera se inicia con el pacto del propio Franco con el Conde Barcelona para educar en España a su hijo el principe Juan Carlos, un joven tímido de apenas 10 años de edad. La segunda , en julio de 1969 con la designación por el dictador del que ya era Príncipe de España como "sucesor suyo a titulo de Rey" (La escena del juramento de Juan Carlos postrado de rodillas delante del sátrapa mientras prometía fidelidad a los principios del Movimiento Nacional solo es equiparable con el juramento de Santa Gadea cuando el Cid Campeador hizo jurar al rey Alfonso VI de Castilla y León que no había tenido nada que ver con el asesinato de su hermano Sancho durante el cerco de Zamora. Aquello fue una leyenda pero este episodio fue cierto de toda certeza y ha cambiado el rumbo de una nación milenaria. ¡Un militar ferrolano de clase media nombrando sucesor suyo a título de rey a un príncipe de la casa de Borbón con el objetivo de restaurar la monarquía es un acontecimiento sensacional y nunca visto!). Y la tercera fase tiene lugar el 20 de noviembre de 1975 después de la muerte de Franco cuando ya investido definitivamente como jefe del Estado se abre el largo y accidentado proceso que llamamos Transición. Un proceso tutelado por las grandes potencias, especialmente Estados Unidos, para las que España, por su estratégica situación geográfica, era un enclave militar fundamental. (Es conocido que el Pentágono se refería a la Península Ibérica como el "centro del mundo"). De hecho, para animar ese proceso y llevarlo en la dirección adecuada, el ya Rey Juan Carlos fue invitado a intervenir ante el Congreso y el Senado de Estados Unidos para explicar su proyecto de país, una de deferencia reservada a personajes ilustres. Luego vino el 23-F que dio la oportunidad a Juan Carlos, como jefe del Ejercito, de parar un intento de golpe de Estado y aparecer ante la opinión pública como el salvador de la democracia. La idea de que la monarquía estaba consolidada para siempre hizo creer al jefe del Estado de que todo estaba permitido y aparecieron unos comportamientos mas propios de un rey tradicional, aficionado a la caza, la vela y las mujeres, que a un rey constitucional obligado a llevar una conducta discreta y, a ser posible, ejemplar. El escándalo de la cacería de elefantes en un país africano, su relación sentimental con Corinna,la creciente mala salud y la implicación de su yerno en el caso Noos, fueron el detonante de su abdicación el 19 de junio de 2014. Había que salvar la institución. Ahora ha renunciado también a su presencia en la vida oficial. Antes de él, un rey de la Casa de Austria, el emperador Carlos se retiró al monasterio de Yuste. Pero Juan Carlos ha escogido mejor y se ha retirado a navegar en aguas de Sanxenxo.