Habrá que esperar un par de semanas aún para ver en qué acaba el regateo de los elegidos, sean diputados para el Congreso o concejales para las alcaldías, a fin de alzar a uno u otro candidatos a los puestos de honor: a saber el de jefe del gobierno, el de presidente de la Autonomía en discusión o quién encabeza por fin la Alcaldía local. El espectáculo es nacional, ocurre en casi todo el país porque contados son los sitios en que no hay mercadeo de candidatos, de listas y de posturas; los medios de comunicación, aparcado ya de momento el tema catalán, no hablan de otros temas y se hacen todo tipo de combinaciones. Tengo conocidos que despotrican del chalaneo que vemos para conseguir mayorías en tal o cual entidad. De poco vale argumentar que eso es ahora España, con sus cuarenta y tantos millones de habitantes, donde encuentras personas y tendencias de todos los gustos. Quizás es que no nos hemos habituado a tener que oír pareceres diversos de los nuestros y convivir con planteamientos de los de más allá. Es la nueva asignatura de esta democracia: acostumbrarnos a pactar, a negociar, a regatear si se prefiere, para ir del brazo de los convecinos que no piensan como nosotros.