Lo escribí antes de las elecciones y lo reitero después, la coincidencia en un mes de los cuatro procesos electorales no es aconsejable. Maltrecho el bipartidismo por los votantes y fragmentada la representación en ayuntamientos, asambleas autonómicas y Congreso, solo el Senado se salva por su singular sistema, seguimos desde las generales del 28 de abril con un presidente del gobierno nacional en funciones. No es un record porque Rajoy lo fue casi un año y tampoco importa demasiado porque los asuntos de mayor importancia se aparcan años y años porque al parecer no la tienen para los dirigentes políticos. Pero, a lo que iba. A diferencia de las previsiones que la ley establece para las alcaldías, si al cabo de veinte días ningún candidato tiene mayoría absoluta será alcalde el cabeza de la lista más votada en los comicios, nada fija límites temporales al pactismo en el Congreso y las asambleas autonómicas para investir al respectivo presidente. Cierto que a fuerza de federalizar y a salvo de aquellas en las que el nacionalismo es una amenaza a la integridad territorial, lo que suceda en cada comunidad ya solo interesa a sus habitantes y a los pocos cientos de raros de toda especie que hablamos y escribimos de estas cosas de la política, pero en lo atinente al gobierno nacional las cosas, pese a todo, son distintas.

Dice la CE que el Rey celebra una ronda de consultas con los representantes de los grupos políticos presentes en el Congreso y su número no coincide con el de grupos parlamentarios notablemente inferior al de aquellos, por eso quince diputados han visitado al Rey para decirle lo que piensan hacer en la investidura. Ese es el objeto de la consulta y no, aunque algunos consultados lo desconocen y hacen el ridículo, la simpleza de decirle al Rey que son republicanos y que en Cataluña no tienen Rey o que gasta mucho dinero. Pues bien, tras las consultas el Jefe del Estado presentará como candidato a la investidura a Sánchez porque, con diferencia, es el que tiene el mayor respaldo en la cámara. Contra lo que se dice, el Rey no le encarga formar gobierno como ocurre en otros países, simplemente le propone como candidato a la investidura de presidente. Lo del gobierno viene después pero no como encargo del Rey. Ahora Sánchez tiene que conseguir los apoyos para una mayoría absoluta o una simple en segunda vuelta pero dicen que no ha negociado esos apoyos. Pretenden así sus partidarios políticos y mediáticos hacernos creer que nada tiene que negociar porque a Sánchez le bastan su carisma y su programa de gobierno para cautivar a los grupos. Hay que ser muy ingenuo para creer que así suceden estas cosas. Ocurre que las negociaciones esta vez son más complicadas que en otras ocasiones justamente porque coinciden con las de ayuntamientos y comunidades autónomas. Lo que suceda en Navarra incide en lo que pase en el Congreso y lo que pase en la comunidad de Madrid, en Castilla/León, en Canarias o en Aragón también. De todo está pendiente Sánchez porque están pendientes Rivera, Iglesias, Casado y Oramas. Se negocia a varias bandas porque las investiduras central y autonómicos y las alcaldías coinciden en el tiempo y esta coincidencia dificulta las negociaciones para la investidura de Sánchez que es la que realmente nos afecta a todos. Ya sabemos que en escenarios tan fragmentados las minorías se hacen fuertes subiendo el precio de sus votos. Que el PAR cobre caros sus apoyos a Lambán y Revilla pague con creces los que reciba en Cantabria u Oramas en Canarias, ha dejado de importar en los otros territorios porque la cosa no tiene ya remedio, pero es de lamentar que el sillón de la Moncloa tenga que negociarse tan en secreto, con tantos y a tan alto precio. Esta política negociadora es de muy baja calidad.