El lamentable affaire de la prueba de Filosofía en la selectividad de Galicia, donde cerca de 3.000 aspirantes a universitarios han tenido que repetir cinco horas más tarde el examen porque en la convocatoria inicial se les propusieron ejercicios que no cumplían con el programa previsto, ha aireado por todo el país la actual situación de precariedad en que se encuentra esta materia en la prueba de acceso a la Universidad, y que viene siendo la culminación de un proceso de degradación que no se ha detenido desde hace tiempo.

Como profesor de la especialidad he seguido curso a curso esta decadencia y puedo resumirla ahora en pocas frases. Cuando empecé a dar clase y durante años, la prueba de Historia de la Filosofía era obligatoria, común a todos, y de las primeras que se realizaban en selectividad. Más tarde, el gobierno decidió hacer obligatorio el estudio de Historia de España en el último curso de Bachillerato y encontró la salomónica solución de permitir que los alumnos eligieran entre esta asignatura o Filosofía en la prueba de acceso. Al final, La Lomce la ha reducido a la condición de optativa de las ramas de Humanidades y Ciencias Sociales, lo que nos ha llevado a la posición que actualmente ocupa en la selectividad como una especie de farolillo rojo al que en algunos casos ni sus propios responsables parecen tomarse suficientemente en serio.

Triste balance para un país al que ni mucho menos le sobra esta disciplina del pensar.