No hay que espantarse por los pactos, engaños, venganzas o despistes en la elección de alcaldes del sábado. Los votantes quisieron ese escenario y los partidos, ya se sabe, buscan el poder a cualquier precio y los concejales que van por libre suelen dar su voto al mejor postor. Cuatro comentarios sobre lo sucedido el sábado.

A Colau la han votado para que siga de alcaldesa y haga lo que crea que debe hacer. Lo que ella cree que debe hacer, no lo que creen sus miles de votantes que debe hacer. Así funciona la democracia representativa inventada para agrupaciones humanas de muchedumbres como Barcelona pero Colau, nostálgica de la democracia directa, ha consultado a sus bases, no a sus votantes, la decisión más trascendente de su mandato, a saber, si pacta con los independentistas o con los que no lo son. O Colau no se definió al respecto en su campaña porque no sabe la diferencia entre ambas opciones, debió tomar apuntes de la soberbia lección, algo ingenua, de Valls el sábado, o consulta ahora porque le da igual una que otra con tal de ser alcaldesa, eso sí, o consulta sabiendo ya la respuesta de sus bases. Si lo primero, malo porque revela una ignorancia supina y culpable en tan importante lideresa; si lo segundo, peor porque su equidistancia entre independentismo y constitucionalismo revela el cinismo de quien volverá a desairar al Rey, a la bandera de España, a sus Fuerzas armadas y a seguir bailándole el agua al derecho a decidir, a los presos del procés y a quien se tercie, eso sí, conservando la poltrona; si lo tercero, es una demagoga tramposa porque consulta sabiendo el resultado. En cualquiera de los casos, Colau en su ser.

Rivera apoya al PP o al PSOE porque entiende que el centrismo no es la moderación sino eso de ir, a conveniencia, de derecha a izquierda y evidencia un gran cinismo rechazando el trato con Vox pero aceptando sus votos también a conveniencia. Sus muy ventajosos acuerdos con el PP y los firmados con el PSOE para ganar alcaldías de dos años son buena muestra de lo que digo. Rivera esperaba desbancar al PP de largo y no lo ha conseguido en ningún sitio pero sigue pretendiendo el liderazgo del centro derecha y de ahí la intermitencia de sus apoyos. Las alcaldías conseguidas con los votos de Vox dejan en nada sus melindres para con la derecha más tradicional y exigente y las que compartirá cada dos años con el PSOE acreditan que por el sillón todo vale. Ya explicará C's a los vecinos, y el PSOE igualmente, cómo se come eso de una alcaldía bianual. A ver qué dicen ahora los fundadores.

Sin sorpresa en los pactos del PSOE salvo la innovación esa del turnismo bianual. Su sociedad con Podemos y confluencias se daba por hecha. Con quien sea antes que con el PP. Por eso cobra más valor la decisión de Ferraz imponiendo a los socialistas navarros renunciar a tratos con Bildu. Un aplauso, y más si continuara en todas partes el distanciamiento con el nacionalismo que ya no engaña.

El PP ha demostrado gran capacidad negociadora sumando a C's y Vox, comportamiento correctísimo y coherente el suyo, por cierto, y ha cosechado por encima de lo sembrado pero con sudor y lágrimas en varias ciudades. No estoy seguro de que el cambio de cromos con C's le resulte gratis a los de Casado pero en conjunto, lo dicho, ha cosechado más de lo que esperaba el 26-M por la noche.