Cada 21 de junio, se produce el milagro. La primavera, que ha dado todo ya de sí, deja paso al verano. Al estío. A esos días de canícula, extremadamente largos en las etapas más tempranas de la vida, que se asocian con disfrute y con ocio, con amaneceres y atardeceres maravillosos y sosegados, y con cambios profundos en el modo de vida de muchas personas a nuestro alrededor, que vacían las ciudades más grandes para disfrutar del descanso en otros lugares.

Pues bien, ayer se volvió a producir ese cambio. A las 17.54 de la tarde, el Solsticio de Verano „máxima declinación solar norte respecto al Ecuador terrestre„ se volvió a alcanzar, y con él la máxima altura aparente del Sol en el cielo. Es entonces cuando llega la estación del verano en el hemisferio Norte, que etimológicamente viene a querer decir algo así como "siempre verde", supongo que al menos en un principio, como herencia de la estación inmediatamente precedente. Luego ya sabemos qué ocurre, y no en vano el verbo "agostar" existe...

Con todo, verano está ya oficialmente aquí. Y lo que me he propuesto yo en estas líneas es bien simple. Fundamentalmente, desearles que sean felices en sus noventa y tres días y quince horas, hasta el próximo 23 de septiembre. Será el momento entonces de que llegue el otoño, para mí la estación más bonita del año, con sus preciosos días y atardeceres, y toda la magia del bosque en la época en que este se tiñe de mil tonalidades diferentes.

Si alguien asocia verano solamente con días de ocio, le diré que no estoy de acuerdo. Es bien cierto que es tiempo de vacaciones de verano para los estudiantes, y que su presencia en las playas o las calles evidenciará este tiempo de disfrute, pero este verano de 2019 trae muchos interrogantes, muchos temas pendientes y, seguramente, la toma de muchas decisiones que condicionarán los siguientes pasos en lo que resta de este año y en unos cuantos más... Es por eso que me atrevo a predecir que si usted es de los que les gusta estar pendiente de la actualidad, no va a notar demasiado parón este verano. Es bien cierto que agosto, tradicionalmente, es un mes donde se ralentiza todo mucho en estas latitudes. Pero todo lo que hay por hacer por aquí, por una parte, más la existencia de notables focos de actualidad fuera de nuestro contexto más doméstico, marcarán un verano entretenidillo... Y, si no, al tiempo.

Por ejemplo, ¿qué pasará con Irán y las veleidades rupturistas de Trump, que a punto han estado de ir a más en las últimas horas? ¿Continuará la guerra abierta por el control del 5G, y la focalización de la misma en las decisiones tomadas en relación con Huawei? ¿Cómo seguirá comportándose la economía de la Eurozona, tras las últimas decisiones que enfurecieron al omnipresente presidente estadounidense? ¿Veremos nuevos movimientos estratégicos de las grandes corporaciones mundiales para hacerse con el enorme pastel del control de nuestros datos, las criptomonedas y la conexión global? ¿Se cerrará de una vez por todas, en clave nacional, la eterna campaña electoral en la que nos hallamos sumidos desde hace meses y meses? Y, consecuentemente, ¿podrán avanzar en políticas reales y eficaces nuestros ayuntamientos y gobiernos autónomos? ¿Habrá nuevas elecciones generales? O, ¿habrá investidura positiva del presidente Sánchez?¿Viviremos tiempos de relativa estabilidad?...

Podríamos seguir con mil y una preguntas más. Y ninguna de ellas, tenga la respuesta que tenga, será una mera serpiente de verano... De esas también habrá, y también mucho material de relleno, irrelevante y hasta ciertamente prescindible, para llenar el culebrón de una actualidad que también se nos presentará trufada de bodas mediáticas, zarandajas irrelevantes y pasatiempos en el sentido más estricto de la palabra. Pero, insisto, mucho de lo que se despachará en estos próximos meses será importante y, en ocasiones, hasta bastante urgente. Ojalá salga todo de la mejor manera, entendiendo la misma como aquella que afecte de la mejor forma al mayor número de seres humanos posible. Al fin y al cabo, supongo que es de lo que se trata cuando hablamos del bien común. Algo verdaderamente antagónico con la configuración actual de un mundo donde, cuando unos ganan, otros pierden. Una verdadera pena, porque sí que es posible edificar un verano para todos, en términos de mayor calor y luz. Algo que, al menos en lo estrictamente meteorológico, parece sí que vamos a tener.

Cuídense. Vivan bien el verano. Disfrútenlo y, al tiempo, construyan verano para otros. Porque los veranos compartidos, al igual que ocurre con el resto de las estaciones, son los más bellos. Verano e invierno pueden ser maravillosos así. Y es que hay ejercicios que no son de suma cero, o de meros yin y yang contrapuestos. También en los temas públicos que nos ocupan estos días, donde todo lo bienintencionado puede ser válido y tener cabida dentro de un todo. A pesar de que tantas veces se quiera hacer ver de otra manera...

Que el verano les sea propicio...