Vaya que la están montando bonita los de esta secta nueva con el asunto de Abderramán III (891-961) confundiendo al personal con fantasías en las que no coinciden ni las fechas de su propia propaganda de moros y cristianos en Aragón. Veamos, si fuere cierto que la unidad de su supuesta España nace en el S. XV con los RR.CC., en el S. X su España no existía, algo que ni me va ni me viene. Han de buscar un cuento en el que se acuse al califa cordobés de arrasar lo que ellos ahora consideran que era España, pónganse de acuerdo los doctos concejales de Cadrete y acudan a las fuentes. Va a ser cierto que aquella supuesta España no era más que la frontera del reino de León hasta el Duero, Navarra y lo que los francos ocupaban en la actual Cataluña, el resto era la supuesta España del califato que Abderramán III disputaba a sus paisanos díscolos que ocupaban los otros dos tercios de la península; hablemos de geografía, no de mitología. La estatua del califa que se han cargado dicen que desunía a la población; no estoy muy seguro de que los cadretanos estén al tanto de que la ofensiva desde su castillo fue contra la familia de los Tuyibíes que se había atrincherado en Zaragoza, no precisamente por ser cristianos. La biología demuestra que hubo pocos árabes, no entraron a miles; otra cosa fue el proceso de islamización de la población autóctona.

La cruzada que empiezan estos señores tiene poco sentido, Abderraman III era más hispano que los reyes visigodos; hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de hispanos, con los ojos azules, casi pelirrojo, descendiente de mujeres del norte y nieto de la reina Toda de Pamplona. Los reyes del norte de la península y los condes de Barcelona, lo visitaban en Medina Azahara como el gran gobernador de la península ibérica.

¿Era un tirano? Pues claro, como sus contemporáneos Ordoño II, Ramiro II, Ordoño III y siguientes; pero seguramente era un tirano más culto que sus vecinos cristianos, no había a quien votar; un ejemplo, fundó la primera Academia de Medicina a la que fue a curarse Sancho I de Navarra, hasta el obispo cristiano de Córdoba era miembro y consejero de su corte.

No seré yo el que entre en disputas por cuestiones pictóricas o escultóricas, sobre todo si se basan en criterios políticos de actualidad. Podemos revisar la documentación histórica a la luz de nuevos hallazgos que pongan al día las versiones de Menéndez Pidal sobre el Cid o las más recientes sobre el califa de marras; pero no la tomemos con las viejas estatuas mitológicas de Colón en Barcelona o el Che Guevara en mi pueblo; no son doctrina, son símbolos a explicar como El David o la Capilla Sixtina.

Que los ultramachos pongan a Abderramán III donde les venga en gana, pero no digan que le han ganado una batalla a estas alturas.