Con el solsticio, llega la noche de San Juan y con ella el comienzo del ciclo festivo de verano en Galicia. Nadie podrá reprochar al pueblo gallego que sea parco en festejos; bien al contrario, nuestra comunidad se llena en esta época del año de múltiples celebraciones que no cesan hasta bien entrado el mes de septiembre. Los gallegos somos indudablemente festeiros y cualquier visitante foráneo lo puede constatar enseguida.

Pero hemos de reconocer que, si bien nosotros lo somos en grado sumo, la condición festiva en sí es inherente a todo el género humano. Aunque Galicia lidere el ranking, lo cierto es que allá donde miremos, en toda cultura, época y sociedad, registramos el hecho festivo: allí donde hay ser humano hay fiesta. Parece que el festejar nos es tan consustancial que no podemos concebir, ni mucho menos soportar, una existencia entera sin él. Ya lo sabían en la Antigüedad, cuando Demócrito dijo aquello de que "una vida sin fiestas es como un largo camino sin una posada". Pero también lo explicó muy bien ya en el siglo XX Mircea Eliade, el famoso historiador de las religiones de origen rumano, cuando diferenció entre el tiempo profano u ordinario, el de las labores cotidianas y en el que cada día es igual al siguiente, y el tiempo sagrado o extra-ordinario, en el que se trasciende el anterior para situarse en una dimensión diferente, más intensa y elevada, que es la propia de la fiesta. No podríamos vivir continua y monótonamente en el primero sin acceder periódicamente al segundo. Nos aburriríamos y nos achataríamos, asemejándonos a los animales (que por cierto, no celebran fiestas) o a las máquinas. La inteligencia e imaginación propias de nuestra especie que „unidas„ dan lugar a la creatividad humana, exigen el tiempo festivo como ocasión universal de manifestarse. La fiesta es, pues, entre nosotros un hecho tan natural como la razón, hasta el punto de que cabe redefinir al ser humano como Homo Festus, animal festivo por naturaleza. Así que nosotros, los gallegos, somos humanos, humanísimos, cuando celebramos por todo lo alto nuestros estivales festejos que comienzan a partir de la noche de San Juan.