A otras elecciones, digo, porque la realidad, transcurridos ya dos meses, muestra que no hay modo de alcanzar un acuerdo para ser investido en segunda vuelta con mayoría simple por sus 123 diputados y la abstención del resto. Esa es la primera opción de Sánchez, escribía el domingo pasado, ser elegido con el apoyo de los suyos y la abstención porque sí de PP, C's y Podemos, 165 escaños en total. Así no tendría que negociar con independentistas y demás y gobernaría con 123 escaños a base de geometría variable, presupuestos de Rajoy prorrogados, decretos leyes y enorme descaro. Pero si no es posible tanta felicidad, Sánchez no hace ascos a ir a elecciones en cinco o seis meses. Es su segunda opción pero, acaso, cada día sea la más deseada porque está seguro de ganar con más escaños a costa de Podemos. Veamos.

Descartada por el PSOE, por principios, una aproximación al PP, arreciaron sus presiones sobre C's para juntar sus 53 escaños con los 127 del PSOE y sumar 180, cuatro por encima de la mayoría absoluta, dando a Sánchez cuatro años de gobierno muy cómodo con posibilidad de cambios en leyes orgánicas capitales. Más apoyo tendría en el Congreso pactando la gran coalición con el PP, 123 más 66, pero lo vedan los principios del PSOE como me dijo enfáticamente una relevante dirigente local del partido. Algún día nos explicarán los socialistas qué profundas e incurables heridas causadas por el PP les impiden, por principio, pactar con los populares un gobierno nacional, autonómico o local y les permiten pactarlo, en cambio, con gentes muy distantes de la Constitución, dicho suavemente, o con C's que pacta sin problemas gobiernos con el PP.

Pese a las presiones, tan fuertes como se está viendo, Rivera dice que no entra a gobernar con Sánchez y entonces Sánchez pasa a pedirle, como a Casado, que se abstenga en la investidura a cambio de nada. Simplemente para no tener que pedir el apoyo de independentistas y gobernar con el apoyo de su socio preferente Iglesias. Es absurda la petición de Sánchez a Rivera a cambio de nada, insisto, menos todavía sabiendo quien es su socio y lo que juntos pueden perpetrar en Cataluña, Navarra, País Vasco, Valencia, Baleares y allá donde el independentismo ha puesto el pié y algo más. Y sabiendo las medidas económicas y fiscales soñadas por el socio en su retiro de Galapagar. Sánchez, desairado por completo por Rivera, acaba de decir en Osaka que quiere un gobierno de izquierdas y que de C's solo quiere la abstención. Pero con qué derecho y a cambio de qué la pretende son cuestiones a las que Sánchez no responde.

A Iglesias, su socio preferente, no le pide Sánchez su abstención sino un rotundo sí en la investidura a cambio de algunos puestos en la administración pero no en el Consejo de Ministros. Ante semejante promesa, por lo poco que promete y por lo poco de fiar de quien promete, Iglesias no traga y se resiste al apoyo. Sánchez está mucho más obligado a dar satisfacción a la petición de ministerios de Iglesias de lo que está Rivera a abstenerse a cambio de nada porque Iglesias le aporta un rojo más vivo y mediático al ya muy desvaído y cansino del PSOE y, sobre todo, le aporta sus 42 escaños indispensables para la investidura una vez que Rivera y Casado se reafirman en el no. Entonces, si Sánchez no busca en serio el apoyo de Iglesias como tampoco buscó en serio ni el apoyo ni la abstención de Rivera, ¿qué es lo que pretende?, solo se me ocurre una respuesta: las segundas elecciones generales en otoño.