Ya no me meteré en si usted, ya talludito, es autónomo de toda la vida, si le ha ido bien, si le está yendo bien, si ya tiene la pensión calculada con los años que le quedan por cotizar, si ya tiene el piso pagado, si sus padres no precisan ayuda económica, si sus hijos e hijas son ya solventes para enfrentarse a los alquileres abusivos o a las hipotecas leoninas. En fin, algo que algunos autónomos y algunos asalariados tienen más o menos resuelto, una vez que pasan ese umbral en el que no hay marcha atrás. Si hubiere que hacerlo y reinventarse a una cierta edad „perdonen el eufemismo„ la cosa ya se pone más difícil, ser asalariado es imposible y hacerse autónomo puede ser un simulacro de salvavidas con mucho riesgo de esnafrarse al final de la vida laboral.

Pero creo que es más urgente denunciar la situación de la juventud. La de aquellos sobradamente preparados que empiezan de esclavos-becarios con la disculpa de que aprenderán y acabarán su aprendizaje haciendo gratis las labores de un asalariado normal y corriente, de los de nómina, de los de antes de la crisis, de los de antes de la autorregulación del mercado laboral como se le llama ahora a eso de poner a andar la faena en una empresa con las nuevas tecnologías y, cuando ya la cosa va rodada, le dicen al meritorio que ya puede hacerse autónomo, pagarse la seguridad social, internet, el alquiler...y pasar una módica factura mensual a la sociedad matriz.

Estos aún están acogidos por el ventilador económico en estos días, pero piensen en los de las bicicletas que arriesgan su vida para repartir comida a domicilio en las ciudades; les conocerán por una inmensa mochila de color fosforito, se pagan la herramienta y su mantenimiento, su imprescindible cuota de internet para el móvil, su seguro de accidentes, su cuota de autónomos, sus barritas energéticas, su agua fresca... todo a cambio de la dedicación exclusiva a la marca a la que llamamos por teléfono.

Hay indicios de que la situación podría ser irreversible, lo que se está llamando economía circular solo es desrregulación de las relaciones laborales, un patrón potente tiene a su servicio a los autopatronos obligados que trabajan para que les den... o algo así.

Hay ya alguna sentencia que, en primera instancia, da la razón a los falsos autónomos; 75 riders valencianos, representados por CCOO, se verán amparados porque les protege el Art. 1.1 del Estatuto de los Trabajadores y Deliveroo ha de reconocer la relación de carácter laboral de los repartidores y abonar las cuotas de la SS desde 2017.

Soy pesimista, porque supongo que en los recursos los ganará la multinacional y más pesimista, porque la desorganización de estos jóvenes autodesahuciados acentuará la indefensión de ahora en adelante y, sobre todo, porque las plataformas digitales están cambiando nuestros hábitos de consumo.