Raúl: "Como no tengo internet ni falta que me hace, ni veo televisión ni me rozan las ganas de hacerlo, la lectura de un periódico de papel por las mañanas me proporciona un placer considerable: entro en la actualidad sin interferencias de ningún tipo. Y llego a construir mis propias conclusiones sobre lo que pasa en el mundo sin sentirme condicionado (¿coaccionado?) por las opiniones de tertulianos, blogueros, tuiteros y demás opinadores a sueldo o amateurs. Suelo abrir juego con la política, repleta de profesionales que, una vez conseguido el voto con todo tipo de mañas o amaños, apelan a la excusa de los amantes caraduras cuando les pillan con las manos en cama infiel: ¡No es lo que piensas, vuelveeee! Luego me doy un paseíllo por economía. Breve porque no me interesan los grandes números, lo mío es la microeconomía, aunque de vez en cuando leo lo que gana un altísimo cargo de lo que sea por jubilarse y se me atraganta el cruasán. En la sección de cultura me siento más cómodo. Un escritor con cara de estar feliz por haberse conocido se curra a fondo parecer culto y exquisito. No sé quién dijo que la soberbia es a la sabiduría lo que la colonia a la porquería. Camuflaje. Me llama la atención un reportaje sobre el libro electrónico. Qué bien que aún no haya logrado desbancar al de papel. Ni lo hará mientras yo viva: hay placeres que pueden más que la tecnología. Me apalanco en la sección de cotilleo para comprobar lo zafio y ruin que se puede llegar a ser a poco que te lo propongas. Me salva una entrevista con Rosalía. Adoro a Rosalía aunque sospecho que terminaré cansándome de tanto éxito. Me aburre la información sobre fútbol, deporte bárbaro si lo comparas con el baloncesto. Me paso por lo que pasa en el mundo, y dibujo cuernos a los demonios que toman decisiones malignas. Y me río solo".