La ola de calor presente en toda España (excepto en la Galicia norte) ha desatado los incendios. El monte arde como todos los años. Aparecen, también como todos los años, las sospechas de la mano del hombre poniendo fuego a los árboles frondosos de nuestros bosques.

Los incendios convierten en pasto de las llamas unos montes abandonados por sus dueños y por las Administraciones Públicas. No es rentable plantar árboles. Los pinos los pagan a precio de risa. Los eucaliptos poco más los pagan. El suelo de esos montes que arden como el papel de fumar lo pagan todavía menos que la madera. Nadie quiere montes. Nadie quiere terrenos rústicos. Nadie quiere el campo.

La solución al campo que no interesa y a los montes que arden vendría por la compra de esos terrenos por parte del Estado. Un monte estatal, es decir, público podría rentabilizarse con explotaciones de madera empresariales y no de esos particulares que están en un quiero y no puedo mirando para sus cuatro pinos que no les dan dinero ni para hacer una fiesta a la familia por el día del patrón de la aldea. Si el Gobierno Central y/o las administraciones autonómicas compraran esos montes iban a tener una cola de propietarios de montes a sus puertas. Yo la primera.