Estoy libre de cualquier reivindicación nacional, fronteriza y, más aún, si esa división tiene tintes religiosos; estos días pasados he escuchado y leído manifiestos que me influyen en la flora intestinal, en la capacidad de conciliar el sueño; disculpen ambas menciones, que no les interesan, pero tenía que contárselo.

Creo que en el imaginario de los purpurados vaticanos aún persisten, desde hace siglos, hechos de los que no tenemos culpa los ateos ni los infieles. Alguno puede ser el saqueo de Roma. Siempre hemos de ir a los siglos de oro a las aspiraciones de Carlos I para ser coronado emperador por el papa de Roma. En fin, se monta un buen pollo entre los pocos papistas y los del emperador aspirante aliado con Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán, los Saboya, los Médici, los Farnesio y los genoveses siempre con la inestimable ayuda del rival de Clemente VII, el cardenal Colonna. Juntaron 25.000 soldados, católicos y luteranos muy mal pagados que se cobraron la soldada en el saqueo. Clemente se salvó por los pelos y coronó emperador, como está mandado, a Carlos V y le puso la proa a Enrique VIII de Inglaterra por aquello de su divorcio.

También podríamos poner ejemplos de las expulsiones de jesuitas, de la desamortización de Mendizábal y otros supuestos agravios que nunca compensarán el control de las conciencias y conductas amenazantes de siglos y siglos de dominación ideológica amparada por el poder, siempre trufadas de relaciones políticas, como debe ser, entre dos estados soberanos, uno teocrático y el otro aconfesional. Este conflicto se resolverá cuando se denuncien los cuatro acuerdos de 1979 con enjundia jurídica, educativa, militar y económica, que modifican el Concordato de 1953.

No hay gobierno de verdad ante los insultos del supuesto diplomático Renzo Fratini. Sí insultos, ya no tanto a la historia de este país que estamos acostumbrados, sino al protocolo de las relaciones diplomáticas entre estados. Esto no podría consentírsele a otro embajador, por influyente que fuere „militar o económicamente„ pero el Ministerio de Asuntos Exteriores calla y solo habla la vicepresidenta del Gobierno con una cartita y una protesta verbal en la que dice que el nuncio se ha portado mal alabando a Franco y celebrando Cuelgamuros, a estas alturas no ha tenido respuesta. No se llama a la embajadora a consultas. Se dice que van darle una vuelta a lo de no pagar el IBI y cuatro tonterías más; pero nada de denunciar los acuerdos de 1979 no vaya a ser que Rouco y sus amigos de la curia se levanten de las patas de atrás. Pero ya no somos su campo de batalla para dominar Latinoamérica, los evangélicos avanzan. Todos susceptibles de saber qué es la libertad de pensamiento y expresión. A Roma no le conviene.