El pan es un alimento básico, y barato, que forma parte de la dieta tradicional en Europa, Medio Oriente, India, América y Oceanía. Además, tiene una alta cantidad de hidratos de carbono y un alto contenido en proteínas, aunque falta la lisina, aminoácido esencial para el crecimiento y mantenimiento del equilibrio hidrogenado del organismo. Por tanto, hablar de pan, significa citar los cereales, con una composición rica en fibra, hidratos de carbono y almidones, vitamina B, hierro, zinc y otros minerales. Sin duda, ha sido un alimento básico de la Humanidad desde la prehistoria. Existen varias teorías, pero según algunos expertos, los inicios del pan podrían haber derivado de una masa de granos semimolidos y ligeramente humedecida, que habría sido cocida al sol, sobre una piedra caliente o, simplemente, podría haberse dejado abandonada junto a un fuego, o a una fuente de calor diversa. Teorías aparte, lo cierto es que todas las culturas están ligadas a un cereal. Por ejemplo, Asia consume arroz, América maíz; Europa trigo, que forma parte de su dieta básica. En España, tradicionalmente, los cereales han formado parte de nuestras tres comidas diarias, aunque desde hace unos años hemos introducido cereales enriquecidos en la primera comida, algo habitual en los EEUU y en el Reino Unido, en lugar de usar pan en el desayuno. Ahora bien, en estos tiempos en que, en líneas generales, estamos tan pendientes de las calorías que ingerimos, son muchas las personas que creen que el pan engorda mucho. Y nada más lejos de la realidad. Por supuesto que engordar engorda todo, menos el agua y las infusiones, pero al contrario de lo que predica su mala leyenda, el pan no tiene tantas calorías como se piensa. Por otra parte, conviene saber que la miga tiene menos energía que la corteza. Por ejemplo, un bocadillo de miga engorda menos que el de corteza y por una razón muy simple: la miga posee más agua y, por lo tanto, menos harina. En lo que respecta al pan integral y sus derivados, tienen una energía muy similar al pan blanco. La diferencia está en que el integral aporta más fibra y vitaminas y que, por tanto, su valor nutritivo es mayor. Eso sí, da una mayor sensación de saciedad y favorece el tránsito intestinal, hecho muy importante, sobre todo en las mujeres en cualquier época de su vida, pero, fundamentalmente, durante el período gestacional.