El Plan Estratégico de Turismo de A Coruña, aprobado en 2017, afronta el último año y medio previsto para su ejecución. Con 2020 en el horizonte, el documento, el primero consensuado desde el Ayuntamiento con el sector, suma objetivos conseguidos, otros a medio completar y retos pendientes, en el empeño de conseguir que A Coruña sea una ciudad más atractiva para los visitantes y capte más turismo, sin caer en la asfixia que sufren otras localidades, pero dejando un impacto económico que dé aire a distintos sectores, fundamentalmente el hotelero y el hostelero.

El análisis del cumplimiento de ese plan estratégico, que hoy presentamos en LA OPINIÓN, evidencia grandes pasos dados mano a mano entre la Administración municipal, a través del Consorcio de Turismo, y el sector privado, y asignaturas aún pendientes. En el haber, el posicionamiento de A Coruña en facetas hasta ahora poco exploradas, como el turismo vinculado al Camino Inglés a Santiago y a competiciones deportivas como la liga de traineras; la profundización en la gastronomía, en la que A Coruña, como el resto de Galicia, puede ser líder, con nuevos festivales como el SAL; y el impulso al aeropuerto de Alvedro, que ha batido este año todos sus récords de viajeros, con el mejor semestre en sus 56 años de historia. También el aumento de las escalas de cruceros, con la labor de la Autoridad Portuaria y las consignatarias, que ha convertido a A Coruña en líder en el Noroeste peninsular.

En el debe, el escaso éxito en la captación de congresos y convenciones profesionales, un turismo especialmente interesante porque ayuda a captar visitas fuera de las temporada de verano y porque sus protagonistas dejan un gasto seis veces superior al del turista tradicional, según los datos que maneja el Consorcio. Y, también, de puertas adentro, la revisión del modelo de gestión del Consorcio de Turismo, encorsetado en un esquema inicial, con un rol secundario de la iniciativa privada y entregado a la subvención municipal. Salvo aportaciones testimoniales de la Autoridad Portuaria (15.000 euros) y subvenciones para actividades coyunturales, como los 347.000 euros de la Diputación para el plan de competitividad y el Fórum Gastronómico en 2017, último año del que es pública la liquidación en la web del Concello, el peso de la financiación del Consorcio de Turismo recae en el Ayuntamiento, que aporta unos 3,3 de los casi cuatro millones de presupuesto anual.

Queda, en la coordinación del Consorcio, la tarea pendiente de involucrar más a la iniciativa privada, otorgándole una mayor influencia en la gestión del ente, y, en materia económica, generar más ingresos, como consiguen otros destinos turísticos, con la venta de recuerdos ligados a la marca A Coruña y de entradas a museos y monumentos.

El reto está ahí: generar más recursos económicos para la ciudad a través del turismo sin generar el conflicto de convivencia entre locales y visitantes que ya padecen otras ciudades, obligadas a poner freno a la invasión para salvaguardar su esencia. El Ayuntamiento dispone en el Consorcio de Turismo del arma adecuada para avanzar en ese objetivo, que debe liderar, buscando también el compromiso de otras administraciones, en especial de la Xunta, y también del sector privado, profundo conocedor de lo que buscan los turistas cuando escogen A Coruña.