Un amigo, cuya fe comparto bastante aunque no del todo (él es ateo militante), anda consternado por la crisis de vocaciones religiosas. Al ver mi asombro explica que, guste o no, será difícil sustituir a la Iglesia en funciones como dar consuelo a gran número de personas y ayudar a las más necesitadas. En su opinión está clara la receta para cortar la sangría, antes de que sea demasiado tarde: celibato voluntario y acceso de la mujer al clero. Sin embargo es pesimista, pues cree que la Iglesia es prisionera de su propia gerontocracia patriarcal, sin nada que ganar en el cambio sino todo lo contrario. Según mi amigo, ni siquiera hay el consuelo de que el cambio climático acabe con todo antes de que la Iglesia lo haga consigo misma, pues la caída es en picado. Además si el tinglado religioso se viene abajo „añade„ ¿qué pintaremos los ateos? Creo que en el fondo teme quedarse sin trabajo.