Tras los primeros instantes de deslumbramiento provocados por la novedad, parece que las ventas del libro digital se estancan. Tal es lo que aseguran los editores al tiempo de enfatizar la vitalidad del libro de papel. ¿Qué ocurre? Ocurre que la pantalla tiene muchísimas ventajas, pero carece de cuerpo. No se puede manosear, no se deja palpar, hurgar, no tiene fondo ni sustancia. A ver, ¿es normal que pese lo mismo una novela de quinientas páginas que una de cien? No es normal y el lector percibe que sucede ahí algo inquietante. Después de todo, parte del argumento de Ana Karenina reposa en su tamaño, lo mismo que parte del argumento de Pedro Páramo. De ahí que a los libros se les llame también volúmenes: un volumen de ciencia, un volumen de física, de religión, etc. A un libro sin volumen le falta algo, sin duda: las hojas. Eso es lo que le falta a un libro sin volumen. Las hojas tienen dos caras y eso es muy importante, eso es fundamental, porque cada una de ellas constituye un espejo en los que se miran, respectivamente, el escritor y el lector. Es curioso que la pantalla, siendo tan cómoda para el transporte, resulte tan desabrida para la lectura. El salto del átomo al bit llevará su tiempo. La agonía del papel será eterna y quizá nunca llegue a perecer del todo.

Tropiezo con un viejo amigo comprando el periódico. El hombre se siente en la necesidad de disculparse:

-En las vacaciones „dice„ prefiero el periódico de papel al digital.

Me llama la atención que identifique el descanso con el regreso a lo analógico. Me lo imagino ya en su casa, con la taza de café al lado, desdoblando el diario, echando una hojeada a la primera página y luego a la última. Repasando en fin los titulares de la zona de afuera, como un aperitivo, antes de entrar en él. Que el periódico de papel sea un objeto en el que se puede entrar como se penetra en la materia, constituye uno de sus más poderosos atractivos. También en las novelas de papel se puede entrar. Por la pantalla, en cambio, te deslizas como por una lámina de hielo. Yo tengo un libro electrónico al que le doy mucha batalla, pero siempre vuelvo al de papel porque el volumen de papel es un cuerpo y yo soy un cuerpo. Y porque la lectura es una lucha cuerpo a cuerpo.