Los liberales son, curiosamente, en el Reino Unido, país con tradición de libertad, el partido de los falsos amaneceres, que ya de por sí representan una ilusión óptica. Ahora, parece ser, se vislumbra para ellos un nuevo día de la mano de Jo Swinson, una aguerrida líder escocesa de 39 años, defensora sincera de la causa europeista, no como el laborista Corbyn, y azote del tragicómico Boris Johnson, alias BoJo. Hay que confiar en que la suerte cambie, después de un siglo subidos en una montaña rusa.

El Partido Liberal fue durante seis décadas hasta el final de la Gran Guerra una de las dos grandes referencias del voto en Gran Bretaña; luego jamás volvió a liderar un gobierno. Entre 1931 y los sesenta, debido a un sistema electoral que lo ha penalizado en sufragios y escaños, se convirtió en minoría. Más tarde revivió, fortalecido por la fusión con los socialdemócratas, que se habían separado del Partido Laborista „de ahí el nombre de liberal demócratas„ y en 2005 obtuvo 62 escaños en el Parlamento, su mejor resultado desde 1923. En 2010, con 57 diputados, logró el triunfo aparente de entrar en un gobierno de coalición con los conservadores. Cinco años después conservaba solo ocho.

Los liberal demócratas británicos son herederos de esa vieja idea de que la libertad posible siempre es mejor que el absolutismo de la perfección. Ahora ni siquiera tendrían que enfrentarse a ella porque la perfección naufraga en el caos de Westminster, y el Reino Unido se halla en una de las encrucijadas peores de su reciente historia. Swinson tiene claro, además, desde la experiencia de Nick Clegg y la debacle de 2015, que acercarse a los conservadores no es la mejor idea. Probablemente sean muchos de ellos, los europeistas, quienes en una circunstancia como la actual cambien de bando. El caso es que Swinson ha devuelto la esperanza por los amaneceres posibles al liberalismo.