Resulta llamativo el nivel de asombro, burla o escepticismo mostrado desde el periodismo y la política respecto a los datos ofrecidos por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) relativos a la intención de voto de la ciudadanía ante una posible cita con las urnas cuando, por otra parte, se otorga gran credibilidad a los resultados publicados por este organismo en otras cuestiones, sirviendo en muchas ocasiones de base para realizar una exposición argumental sobre una materia determinada. ¿Es coherente mantener la duda acerca de la honestidad y calidad profesional del CIS de manera parcial o selectiva? Si uno desconfía de la información transmitida por el dentista sobre el porcentaje de éxito o fracaso de las endodoncias, ¿debe concederle credibilidad a lo dicho en el caso de los implantes?