Ana: "Cuando me preguntaban siendo una niña qué quería ser de mayor, siempre respondía lo mismo: prodigiosa. Dejaba a los adultos ojipláticos. ¿Prodigiosa en qué?, querían saber, con ese tóxico afán que tienen de saber más de la cuenta antes de tiempo. Me encogía de hombros. Prodigiosa en general, respondía, entre desdeñosa e irritada por la insistencia. Y se reían, jaja, y decían qué niña tan graciosa, jaja, y mi enfado crecía y me alejaba sin disimularlo. No ocurría a menudo porque yo no era graciosa ni tan niña como decían, y prefería estar sola que muy acompañada. En mi planeta no existían las preguntas impertinentes ni las situaciones incómodas. Tampoco los juegos previsibles ni las pandillas de conversaciones sobre chicos, cosmética y cancioncillas ridículas. Prefería meterme en mi cuarto, entrar en mi ordenador (las libretas son demasiado vulnerables a la curiosidad ajena, y me horrorizaban esos diarios con candado), teclear mi contraseña imposible de descifrar (zag*****) y abrir el archivo Las prodigiosas aventuras de LadyRain. Me gusta mucho la lluvia. Odio el sol. Y ahí dentro estaba yo. O mejor dicho, estaba lo que deseaba vivir. Dejar constancia de mis aburridas y previsibles circunstancias cotidianas no entraba dentro de mis planes. Así que contaba lo que me gustaría vivir. Hablaba de la gente a la que me gustaría conocer, de los países que me gustaría visitar, de las lecciones que me gustaría aprender, y que no aparecían en ningún libro de texto ni las recitaba ningún profesor. Era la heroína que no necesitaba que nadie la salvara, sin sueños pegajosos ni dudas hirientes. Podía escribir sobre emociones inventadas como si fueran reales, me movía por los espacios inmensos de mi imaginación sin fronteras ni alambradas, solo horizontes por delante y huellas por detrás. Mi familia la elegía yo y mis amistades necesitaban demostrar que merecían estar conmigo porque yo las merecía. Y todo era top secret porque una vez terminado el relato de un día prodigioso, definía todo lo escrito y lo borraba. Porque los momentos más memorables son los que no necesitas recordar".