Una de las semblanzas de la escritora Toni Morrison, fallecida hace dos días a los 88 años, recordó que la primera afroamericana en ganar un Nobel de Literatura se preguntaba por qué las escenas de amor de las películas nunca las protagonizan mujeres como ella. Grandes, negras, maduras, cansadas. Sencillamente normales, como los personajes de sus libros. Las tipas corrientes no vendemos historias maravillosas, nadie en su sano juicio aspiraría a parecerse a nosotras. No estamos hechas de la materia de los sueños, que diría un publicista. Con semejante premisa, resulta lógico que la Junta de Andalucía haya usado a modelos dentales para ilustrar los carteles de su última campaña sobre los malos tratos. Quién desea ver una mujer desdentada porque su exmarido le ha roto una silla en la cara bajo el lema: "Ella ha sufrido malos tratos. Pero la vida siempre es más fuerte". Mucho mejor una sonrisa perfecta, que nos invite a pensar que, verdaderamente, tus dientes son más duros que su puño. Y si no lo son, ten paciencia, que ya los reconstruirá un odontólogo.

No es para tanto la violencia de género, de todo se sale, con una envidiable boquita de piñón. No compro este mensaje. Conozco a una mujer que ha abandonado el infierno de la violencia de género y lleva una vida apacible, sin grandes risotadas, pero razonablemente feliz. No suele carcajearse cuando surge el tema de las palizas, y siempre menciona lo mucho que le costó recuperar la sonrisa. No pudo hacerlo sin ayuda. De eso se trata, de saber si la administración va a proteger a las amenazadas, de si las cree y perseguirá a sus agresores, o si solo vende una moto de optimismo fingido y desperdicia el dinero público. La campaña blanqueadora dental ha desatado la polémica porque se dirige a las víctimas del machismo como si de ellas dependiera que las agredan y abandonar el infierno. El feminismo ha reaccionado ante esta banalización de una lacra que no cesa. Imaginemos lo impensable, un cartel similar con un víctima del terrorismo de ETA. "Él sufrió un atentado. Pero la vida siempre es más fuerte". Y un modelo guaperas, sin heridas, mostrando los dientes en plan pasemos página. No ocurrirá jamás. Ríanse ustedes del machismo, que nosotros nos seguimos riendo de las mujeres.

De todo se sale, señoras, incluso de un gobierno del PP y Ciudadanos, con en apoyo de Vox, que se niega a poner el foco en los violentos, pese a que la Comunidad andaluza ostenta el macabro récord de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas con ocho crímenes en lo que va de año. Treinta y ocho en toda España. Unas muertas que se empeñan en desafiar las leyes de la física que se inventa la derecha, porque, en realidad, la vida no es más fuerte que un cuchillo, que una escopeta de caza, que una lata de gasolina, que un palo. La vida de Piedad Cruz, la penúltima en el trágico cómputo, no fue más fuerte que el martillo con el que su marido la golpeó hasta matarla hace un mes en su casa de Rute (Córdoba) antes de huir con sus dos hijos. Tenía 42 años y era psicóloga. No siempre se sale ilesa y sonriente de los malos tratos, la Junta de Andalucía no dice la verdad a sabiendas. La vida de quienes están en peligro hay que ampararla con medios y pasta, y no mandando mensajes de esperanza a las potenciales víctimas para que se confíen y sus verdugos las cacen con mayor facilidad.