Me gustaría dar la bienvenida al mundo a mi hijo". Este es el mensaje que acompaña una fotografía publicada en Facebook en diciembre de 2018 para presentar en sociedad a Arthur Lance Maddox Parker. Una estampa común de no ser por un detalle: Arthur en realidad era una niña que había nacido dos años antes y cuya imagen había sido robada del Instagram de su madre, una canadiense de 33 años que denunció la situación ante Facebook. Su caso abrió el debate sobre lo que los expertos califican como oversharing o sharenting: la sobreexposición de los menores en internet, sobre todo en Instagram y Facebook.

Muchos niños y niñas ya están en redes sociales incluso antes de nacer, retratados en las ecografías del embarazo. En concreto, ocurre en un 23% de los casos, según una encuesta elaborada por la firma de seguridad informática AVG en 11 países, entre ellos España. El porcentaje se cuadruplica tras el parto: el 81% de los menores de 6 meses ya tienen presencia en internet. "Cuando los padres comparten fotografías de sus hijos en las redes pueden no ser conscientes de los riesgos que ello conlleva", advierte Silvia Martínez, directora del máster de redes sociales de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC). Creer que la exposición de un menor en internet queda reducido al círculo de conocidos directos que nos siguen es el primer error. En el momento que alguien comparta la imagen, comienza su propagación. Y las reglas de Facebook son claras sobre esto: quien sube una foto es su propietario, pero en la letra pequeña la red social avisa de que tiene permiso para almacenarla y de eliminarla, solo desaparece del perfil de quien la subió, no de quienes la compartieron.

Nacer con una huella digital ya confeccionada por los progenitores tienen consecuencias. Los expertos apuntan a usurpación de identidad „como el caso de Arthur„ o al uso de las imágenes del menor como material pornográfico. Narrar cada logro de los hijos, comentar sus gustos, indicar los sitios que visitan o mostrar espacios tan privados como sus habitaciones pueden desencadenar más peligros. "Todos estos datos ofrecen mucha información a terceros que pueden aprovecharla para intentar alcanzar fines delictivos o incluso atentar contra la integridad de esos hijos", apunta Martínez.

La autoestima del menor también puede sufrir con la sobreexposición en redes desde la infancia. El 56% de los padres comparte información potencialmente vergonzosa de sus hijos y un 27% cuelga fotos directamente inapropiadas, según un estudio sobre tecnología y familia llevado a cabo por las universidades de San Francisco y Michigan.

La sobreexposición de menores en internet tiene vuelta atrás. Existe el derecho al olvido. La legislación española es clara en caso de tratarse de menores: con una sola solicitud, las redes sociales deben proceder "sin dilación a la supresión" del material indicado.