Toca hablar del terrible suceso de Andorra. Toca lamentarse del salvaje parricidio. Toca maldecir la violencia de género. Pero me niego a hacerlo porque no quiero mancharme léxicamente... Quiero hablar de los esquimales. Me pregunto: "Si una pareja de inuits viniera a vivir a España, ¿Cuánto tardaría en cambiar la costumbre de ofrecer a la mujer a las visitas?" Cuando se emigra a otro país, se ha de valorar las costumbres del lugar de acogida. Porque es inevitable que a la corta o a la larga, a algunos de los miembros de la familia les cambie la mentalidad. Incluso cuando dos lenguas cohabitan, y esto se constata en los pueblos fronterizos, surge otra lengua que es mezcla de las dos. Lo que es imposible, a mi entender, es mantenerse incólume al ambiente, a la geografía, al clima, a la cultura, religión, etc. Quien haya visto la película Rocco y sus hermanos o El violinista en el tejado, sabrá de lo que hablo. También existe un viejo adagio escandinavo que dice: "El viento del Norte hizo a los vikingos". En fin, yo les pediría a las personas que vienen a España procedentes de países lejanos, que valoren seriamente el choque cultural. Porque podría ser que a algún miembro familiar les pudiera influir, quizás no en esta generación, aunque sí en las venideras.