Tanto se habla de las ocurrencias políticas que nos vienen a la memoria las prodigadas por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, que causaron el delirio en las crónicas como sucede con la isotónica ofrecida por Moratinos, para facilitar el sí a la Constitución europea, las zapatillas para buscar viviendas de la ministra Trujillo o las bondades de las bombillas de baja intensidad del ministro Sebastián. Ahora el panorama es distinto, sumidos en el carnaval de la falsa progresía, de alianzas entreguistas con montubios sin recato, que quieren retrotraernos a la época de los jayanes. Lo positivo sería menos recortes al ciudadano y más tijeras a mamandurrias, apéndices de la administración, prescindibles, y gentes del buen vivir. Europa es el comodín, el uso del "euro" que se ha enseñoreado de nuestras vidas. En Grecia, "euro" era el viento que soplaba desde Oriente. En Occidente, es el "euro" del redondeo, el verdugo de las teorías salvadoras que nos prometían ser felices. En La Coruña, en plenas fiestas, tenemos al Noroeste Pop Rock, donde la juventud disfruta con el estrépito y los "carrozas" añoran la melodía cadenciosa... Se echa de menos una temporada de Zarzuela, que goza de gran aceptación local. En nuestra ciudad, la música es un estado de ánimo. Como refugio nos queda María Pita, cuyos soportales son años despiertos de la noche coruñesa. La gastronomía doméstica ha sido elevada a la categoría de obra maestra. En agosto La Coruña tiene una química especial en la factoría de la vida. Es la vida al aire libre. La que se ofrece en este confín atlántico de mar vibrante, lleno de rumores.

En las playas, nuestras nereidas lucen prendas ligeras para la seducción y para la desgana. Ponen toda la carne en el asador como "carabelas hechas descubrimiento", que diría Cabrera Infante. En nuestros políticos, en su atuendo no hay confusiones, entre el mandar y el gobernar.