La Física, queridos lectores, nos dice que dos objetos tienen un movimiento solidario (de sólido, estado de la materia en el que las uniones entre las partículas constituyentes son especialmente fuertes) cuando este se verifica de forma conjunta. Algo es solidario a un determinado sistema de referencia cuando se mueve con él. Y esta es para mí la mejor definición de solidaridad: el "movernos con", el "ser parte de". Un enfoque de la realidad en la que somos conscientes de que todos vamos juntos en esto, y en el que hoy puede ser uno el que echa una mano, para mañana pasar a ser ayudado por un tercero.

Muchas veces en mi vida he tenido que hablar de solidaridad. Y lejos de definiciones más ligadas a la acción o a la justicia social „que pueden ser derivadas de la primera„, me gusta quedarme con la idea expresada en el primer párrafo. Porque solidaridad es, sobre todo, aquello de que tú y yo estamos en el mismo barco, y de que "hoy por ti y mañana por mí" me muevo conjuntamente contigo y tus intereses, por encima de cualquier otra consideración. O que tú, de forma recíproca, haces lo mismo.

Creo sinceramente que estos son malos tiempos para la solidaridad. Ya desde pequeños se nos enseña que todo el conocimiento del que es capaz de proveernos la sociedad va orientado a la consecución de una actividad profesional que nos permita la necesaria remuneración para desarrollar nuestra propia vida. Y esto, que es verdad, entiendo que tiene que ir acompañado por mucho más. Porque saber, conocer, comprender, poder actuar y ejecutar proyectos de toda índole es y ha de ser, ante todo, un servicio a los demás. A la sociedad en su conjunto pero, individualmente, a cada una de las personas que la componen. Y es que, en esencia, un trabajo bien hecho no deja de ser un acto solidario, por muy automáticamente que lo asociemos ahora con algo ligado a una contraprestación económica, con algo que se puede comprar y vender. En la sociedad tradicional del mundo rural, por ejemplo, hay sobrados ejemplos de otras formas de hacer las cosas, mucho menos monetizadas y, por ende, más solidarias. Más orientadas a ese "hoy por ti y mañana por mí", y menos a un simple mercadeo.

Curiosamente, creo que el necesario reajuste de nuestro modelo económico y social tiene que ver con el advenimiento de tiempos más solidarios. Tiempos donde superemos esa cultura omnipresente del me lo compro, que tanto daño nos hace cuando se erige en único horizonte, y veamos muchas más posibilidades. Durante años he animado al voluntariado, desde diferentes plataformas, y lo he ido practicando siempre. Y lo hago porque estoy convencido de que es el mejor ejemplo de relación en que una asimetría inicial se va tornando en una relación biunívoca en la que la persona voluntaria siempre gana mucho. Y el voluntariado, el donarse uno para abordar una situación o problemática concreta que afecta a otros, es siempre un ejercicio de solidaridad, por encima de todo.

No se puede alardear de lo solidario o no que es uno. Cada persona, en la revisión más íntima que realiza de su vida y de sus actos, sabe lo que ha hecho o no por los demás, bien sean seres humanos anónimos o pertenezcan estos a sus entornos más cercanos. Es algo personal e intransferible, con lo que no se puede mercadear con ello. Ser solidario no implica siempre una dádiva. A veces es un posicionamiento en torno a cualquier cuestión, una acción o la omisión de otra que causaría impacto en otras personas. Por eso ser solidario implica, tantas veces, ser valiente.

Hoy es el día de la solidaridad, proclamado por Naciones Unidas en el año 2000. Para mí es mucho más que una fecha. Porque creo, sinceramente, que la solidaridad tiene la beatífica capacidad de ilusionarnos en algo que trasciende mucho nuestros propios horizontes y capacidades. He tenido la suerte de conocer algunas sociedades en que la solidaridad está mucho más presente que en nuestra posmoderno, crematístico y líquido entorno, y estoy convencido de ello.

Termino con palabras que no son mías. Las he tomado prestadas de Lech Walesa, premio Nobel de la Paz y líder en su día del sindicato polaco Solidaridad, a partir de cuya peripecia Naciones Unidas instauró este día precisamente en esta fecha. Son meridianas: "Solo en la medida en que todos nos ayudemos y trabajemos por una causa común que proporcione el mayor bienestar a todos, en esa misma medida viviremos en un mundo mucho más pacífico, enriquecedor y próspero para cada nación, pueblo o individuo". No tengo ninguna duda de ello.