Si a una persona le sugieren tres rasgos propios que desearía cambiar, los enumerará sin vacilaciones. Para plantearse treinta propuestas de Nochevieja encaminadas al año siguiente, se necesitarán una honda reflexión. El PSOE ha superado todas las marcas de prospección, hasta alumbrar trescientas medidas a abordar en la legislatura inexistente. Y para evitar la coincidencia con los 300 espartanos, los socialistas anuncian ese número de iniciativas pero les salen 370, desde la convicción de que no hay un solo alto cargo del partido que conozca una décima parte de ellas.

El PSOE se siente apremiado por el calendario, que el día 23 elimina la posibilidad de que Sánchez sea investido. Con un poco más de holgura, los socialistas se hubieran arrancado con el manifiesto de las mil y una ideas. De hecho, el encabezamiento de este barril sin fondo habla de "Propuesta abierta". Asumiendo una legislatura exhaustiva de cuatro años, Sánchez se compromete a resolver dos problemas capitales de España por semana. Eliminar la pobreza energética y la especulación de los alquileres en siete días, pasemos a los dos retos siguientes.

Por fortuna, la redacción de las famosas propuestas aleja cualquier temor de que en algún momento vayan a plasmarse en la realidad. La primera de ellas, que debiera ser la más categórica para persuadir a los socios de Sánchez y disuadir a sus adversarios, se enreda en un neblinoso "iniciaremos el diálogo con los agentes sociales para la elaboración de un nuevo Estatuto de los Trabajadores". Es decir, la legislatura se agotará "iniciando" los contactos citados, que bajo el abstracto "agentes sociales" incluyen a la patronal y tal vez al mismísimo Rajoy. Ni siquiera como hipótesis se avala un final. Los Mandamientos eran solo diez, y avalados por la divinidad, sin que se haya llegado a cumplir ni uno solo. Las 370 propuestas de Sánchez correrán peor suerte.