Hábleme tan solo en cifras de crecimiento económico anual. Todo lo demás es muy interesante pero no me lo cuente, son daños colaterales inevitables. Véase como ejemplo lo poco que importa el cambio climático a las primeras potencias mundiales. Suma y sigue, más madera, así reviente todo. ¿Y cómo arrimar al pueblo hacia la esclavitud del gasto incongruente? Consumo compulsivo, el trillado mastica „traga„ mastica, sacándote hasta la calderilla de los bolsillos.

A principios de año, una vez desplumado con el atracón de Navidades, comienzan a ofrecerte los suculentos cruceros veraniegos. En calurosa época estival, las rebajas sobre rebajas, tarifa plana para no apearse del flujo de datos y el turrón venidero que ya vuelve a asomar por el horizonte. No se olvidan de enchufarte por el camino el ineludible día de los enamorados, del padre y de la madre, amén de las vacaciones de Semana Santa, las escapaditas de los correspondientes puentes y por supuesto, el desparrame de esos Halloween y Black Friday tan nuestros, faltaría más.

Y entretanto, en el devenir del paso de la existencia, ¿qué te venden? Convencerte de que luzcas siempre a la última moda será un estímulo económico muy resolutivo. Vístete y péinate como un colegial uniformado, fuera tus ideales trasnochados. Si vais todos iguales no hay ningún riesgo, nadie se atreverá a decirte que estás bajo sospecha de equivocación. Ahora toca enseñar los tobillos, los pantalones de tiro alto, las mechas en el pelo y las gafas ochenteras. ¿La temporada que viene? Cambio de tendencia en el muestrario de colores y se llevará justo todo lo contrario. Eso sí, pásate por caja después de sucumbir a los vanguardistas modelitos, como los borregos caminan tras los pasos del pastor. Qué gran invento esto de las modas pasajeras, ha de reconocerse.

Pero la reciente ocurrencia de los gurús de la economía es aconsejar gratis al bienaventurado populacho, ese pobre colectivo infeliz que nada o poco sabe de ingenierías financieras. Resulta que va siendo conveniente antes de que sea imprescindible, con un sueldo mileurista en el mejor de los casos, ir estudiando cómo apartar un pellizquito mensual para la futura jubilación. Así, sin miramientos ni prejuicios. Toma ya. Pague usted alimentación, vivienda y transporte, gaste lo que no tiene a lo largo de todo el año para que la música no decaiga y ahorre a la vez.

Pues a ver si entre todos se ponen de acuerdo, ya que, aunque vivimos inmersos en plena era digital, soplar y sorber al mismo tiempo todavía no es posible.